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Las estrechas relaciones que Washington ha mantenido con Arabia Saudí durante la etapa de Trump han cambiado. No solo Biden ha tardado un mes en llamar al rey Salman, al parecer víctima de alzhéimer, sino que han terminado los tiempos en que la interlocución, muy ... estrecha, la llevaba el príncipe heredero Mohamed bin Salman (MBS), quien confraternizaba con el yerno de Trump. La Casa Blanca ya ha aclarado que las relaciones entre ambos países se harán ahora al mismo nivel, es decir, entre los jefes de Estado. La principal evidencia del cambio ha sido la publicación del informe de la CIA sobre el asesinato del periodista Kashoggi, ordenado por MBS. Durante la campaña, Biden no dudó en implicar al príncipe en este incalificable crimen, y la secretaría presidencial ha reconocido que sus opiniones no han cambiado. Con claridad, Biden no quiere mirar hacia otro lado en las violaciones saudíes de derechos humanos y, con la aquiescencia del Congreso (incluidos los republicanos), ha dejado de prestar apoyo a Riad en la guerra de Yemen y ha ordenado al Departamento de Estado una revisión de su política. En definitiva, Biden no redimirá a las autocracias del Próximo Oriente, pero sí impondrá cierta decencia a las relaciones de su país con estas dictaduras.
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