Joe Biden es un hombre mayor con prisa, dispuesto a darlo todo en sus primeros meses de gobierno. Su afán por dejar huella cuanto antes tiene que ver con el horizonte de elecciones legislativas en menos de dos años, unos comicios que pueden relanzar a ... los republicanos y otorgarles la mayoría en las cámaras. Desde luego, resulta muy impresionante la lista de lo que ha conseguido en solo cien días. El resumen podría ser vacunas y dinero, pero hay mucho más: el presidente utiliza estos días todos los resortes del poder ejecutivo para reformar velozmente la política migratoria o imprimir más intensidad a la lucha contra la discriminación racial. En política internacional, Estados Unidos ha vuelto a la escena global, donde afirma claramente sus intereses y proyecta sus valores. Esta orientación a resultados de Biden ha hecho que en muchos medios de comunicación se le presente como un superhéroe, un líder transformador e incluso inspirador. Es una percepción equivocada, debido a dos tipos de razones. Después de Donald Trump, la mera normalidad de su sucesor y el buen funcionamiento de los equipos y de las instituciones producen admiración.

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Biden tiene la ventaja de simplemente no ser como el magnate neoyorkino, saber controlar su ego y trabajar con método y planificación, rodeado de personas experimentadas. Nada nuevo bajo el sol. La otra explicación de la hipérbole permanente sobre el nuevo ocupante de la Casa Blanca es que en la oleada populista en la que vivimos, nos hemos acostumbrado a reclamar liderazgos fuertes y salvíficos, que de forma mágica y sencilla arreglen problemas muy complejos. Esta petición de los ciudadanos es un rasgo infantil, algo propio de una ciudadanía poco madura. Cuesta admitir que Joe Biden es sobre todo un antihéroe, un hombre corriente, con valores y mucho tesón, cercano a los votantes y una gran experiencia de servicio público a sus espaldas. No ha conseguido aún su objetivo principal de volver a unir a los norteamericanos y está por ver si la polarización va a disminuir gracias a la superación de la pandemia y la recuperación económica. La única manera de definir como héroe al actual presidente de Estados Unidos sería acudir a la definición que formuló en un discurso hace muchos años Fernado Savater, al ser premiado por su civismo y valentía frente al terrorismo. El filósofo dijo «el héroe es el que hace lo que puede, porque la mayoría de las personas no lo hacen». En este sentido Biden sí es un buen retrato de alguien que da lo que tiene para servir cada día al bien común.

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