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Jean-Paul Sartre decía que se es de izquierdas hasta que un día se atraviesa un túnel oscuro, se sale y ¡hop! apareces en la derecha. Si no más allá. La aparición de ese túnel en la vida de las personas y su circuito interior ... es un misterio. No menos que la comunicación entre las dos orillas. Que, a lo tonto, puede manifestarse azarosa, accidental, caprichosa, en dos direcciones. Lábil. Un algoritmo. O algo. Entras por un lado, sales por otro. O todo a la vez en todas partes. Siete Oscars. Entonces: ¿puede considerarse lo de Tamames un caso de metaverso político? ¿En qué universo paralelo vive Ramón Tamames Gómez? Y desde cuándo. O a la vez. ¿Y a qué tipo de realidad virtual vamos a asistir esta semana en las pantallas cuando Tamames se postule como presidente del Gobierno de la Nación y el archivo de televisión y la hemeroteca, a la vez, todo a la vez en todas partes, haga la comparativa con aquel primer Tamames, hablando en el mismo sitio que hace décadas, el mismo pero a la vez otro Tamames, pero desde el otro extremo del túnel? Yo voy a tener que frotarme los ojos. O las gafas 5D o 10D que haya que encajarse para vivir esta experiencia inmersiva protagonizada por un avatar del autor de El siglo de China (que ha despertado, por fin, China, para fabricar lo real tik tok). Y digo todo esto entre la perplejidad y el estupor. Antes que a Tamames, me hubiera imaginado en ese papel o metapapel, no sé… a un Fernando Arrabal, por ejemplo, en sus tiempos de profeta del 'mineralismo' de entre cuarenta y cincuenta grados. Bien es cierto, mira por dónde (y a la vez en todas partes), que el mismo y distinto Sánchez Dragó, una vez cruzado el citado túnel, y en el mismo sentido, aparecerá también al otro lado, después de haber compartido con Tamames la misma cárcel antifranquista tras los sucesos de Madrid de 1956. La algoritmia creativa se ha fumado, aquí, un 'chino'. Si no estuviéramos sobre aviso de que se va a tratar de una moción de censura, parecería una secuencia de una película de política-ficción, distópica, como de Álex de la Iglesia; piénsese en una secuencia congresual en acción mutante. Parecería un cameo de Tamames, haciendo de un excomunista del siglo XX abducido por un partido ultraderechista para derrocar el sanchismo que gobierna nuestro exoplaneta en el primer tercio del XXI. Pero en plan broma, vamos. Como saca Santiago Segura en sus películas a José Luis Moreno. Sólo que lo de Tamames no es una broma, amiguitos, porque el efecto metavérsico de esta movida (aka moción) es líquido, pues pretende en el fondo, no ya desbancar a un gobierno, sino desfigurar el perfil de la Transición democrática, y proyectarlo como una ficción en muchos de sus términos y elenco. Este video-juego es muy peligroso. Y de hecho, ya está produciendo un efecto desestabilizador antes del play, pues hay dudas en quién y cómo jugar. Malo. Y de consecuencias imprevisibles, por mucho que se dé por amortizada la operación. Tengo la impresión, en fin, de que la conexión con la realidad que demuestra don Ramón es más fina que el hilo dental. Que Tamames (nombremos así, Tamames, a la suma de los diversos Tamames que se han ido generando) está en un punto y hora en el que cualquier patrocinador que te permita contar lo tuyo, te vale, aunque la vinculación con estos nuevos socios sea también delgada, que no inocente, ojo. Pero es igual si, a los noventa tacos, te escuchan (o hacen cómo que) y te ponen en el candelabro, pues no te resistes, como uno de los bisabuelos de la patria que eres. La escena podía haber sido muy otra, y preferible: Tamames se te sienta al lado en un banco en una plaza, con ese desaliño colorista que viste en algunas fotos recientes. Te saluda, te dice que un día fue Tamames, en los setenta, en los ochenta, en los noventa; que era una notable, de izquierdas, economista, académico y politólogo, y que si no te importa que te cuente lo que opina sobre España. Yo le hubiera escuchado, muy atento, y agradecido los servicios prestados. Sin embargo, sale el hombre de un extraño túnel. Una cosa es ser un verso suelto y otra un metaverso.
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