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Benditos sean esos pies, aunque sean lentos, premiosos, indecisos, por causa de la ciática, y de la edad. Una de las circunstancias que más me ha llamado la atención del viaje del Papa a Irak ha sido la de sus andares. Se le veía dolorido, ... que le costaba subir y bajar escaleras, falto de soltura. Francisco sabía muy bien lo costoso que le iba a resultar el moverse (avión, helicóptero, andar...), sin embargo no ha querido faltar a su propósito de visitar a los cristianos perseguidos, despreciados, insultados, maltratados y masacrados en varias poblaciones de Irak. Y Francisco ha dado la cara, aunque le haya costado un dolor. Y lo ha hecho con todo el cariño del mundo porque para el Papa sigue vigente el precepto, que no está escrito en ningún código sino en los corazones de los padres y de las madres, y no es otro que el siguiente: «Lo que hay que hacer, se hace». Y punto.
Este desplazamiento de Francisco hace el número 33 y, como en todos los anteriores, se ha dirigido a lo que él –gráficamente– ha calificado como las periferias del mundo y del cristianismo. Siempre ha ido a lugares donde las comunidades cristianas (y no solo la católica) viven amenazadas o han sufrido agresiones causadas por las guerras, como es el caso de Irak. El Papa nunca ha ido a Niza, a la Costa del Sol, a Puerto Banús o a las Bahamas, por citar sitios apetecibles aunque yo nunca los haya pisado, a pasar unos días relajado bajo una sombrilla y ante una cerveza bien tirada. Nunca. Todos sus viajes son de trabajo y de gran esfuerzo personal. Francisco va ya para los 85 años. Su recio carácter, su formación seria y continuada, pero, sobre todo, la entereza de la que hace gala le posibilita estar sereno ante la dificultad y abierto a las necesidades y sufrimientos de los demás, de manera especial de los más ignorados como son los cristianos de Irak. De sobra sabe que los ricos gozan de recursos para paliar sus males en tanto que los pobres se han de conformar con la resignación, si la tienen.
¿Qué ha hecho el Papa en Irak? Muchas cosas y todas trascendentales. Que perduren o no cara al futuro depende de muchos factores. Ha tratado de impulsar la reconciliación nacional tras muchos años de guerra. Tuvo el acierto y la entereza de mantener una entrevista con el ayatolá Ali-Sistani, la más alta autoridad entre los chiíes, la comunidad religiosa islámica más importante de Irak. ¿Qué alto dignatario occidental ha hecho algo parecido? Sobre todo los que provocaron la que se dio en llamar la Guerra del Golfo, de tan horrorosas consecuencias.
También es de destacar que no hace mucho tiempo Francisco mantuvo en Abu Dabi otra entrevista con el imán de Al-Azhar, la máxima autoridad de los musulmanes suníes. En ambos casos, el Papa destacó que «él debe tratar de vivir el camino de la fraternidad, meta necesaria en las relaciones humanas y entre países». No hace falta ser un genio para darse cuenta de que una de dos: o acabamos por llevarnos bien con ese mundo llamado Islam o esto está abocado a un desastre de consecuencias impredecibles. Y el Papa está intentando poner su grano de arena.
Otro detalle significativo, también logrado por el Papa: a la misa que celebró en el rito caldeo –la primera vez en la historia que lo hace un Papa– asistió el presidente del Gobierno iraquí, que es musulmán kurdo. Y, atención, porque que no estaba prevista esta asistencia. ¿Alguien esperaba algo parecido? Ya podían ir aprendiendo otros presidentes.
Como ha escrito recientemente un colega periodista, el Papa en su viaje a Irak «se ha limitado a dar a Dios lo que es Dios». Y añado yo: «Y a los cristianos, lo que les corresponde», aunque en muchos sectores de nuestro civilizado occidente lo lleven ignorando hace ya muchos años, por la sencilla razón de que si Dios les importa un comino cómo les va a importar los derechos de sus seguidores, aunque venga exigido en la Declaración de los Derechos Humanos.
Termino con un interrogante que me llena de vergüenza: ¿Quién se rasgó las vestiduras y salió a las calles de las ciudades europeas para protestar por el ataque terrorista a la catedral de Bagdad en 2010, que dejó 58 personas muertas, muchas de ellas niños y niñas, y 75 heridas de gravedad, después de que otras cien fueran tomadas como rehenes? ¿Por qué razón los que están todo el día en la calle reivindicando derechos fundamentales no salieron ese día? ¿Conclusiones? Ustedes mismos.
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