Bendito San Google

Estos tiempos convulsos nos han puesto a todos a prueba y las familias hemos tenido que conciliar, algo que ya es difícil en general, pero trabajando en la habitación de al lado, por mucho que quieras aislarte y aunque sepan que te tienen que interrumpir solo para cosas urgentes, cada media hora oyes gritar: «¡Mama (sin tilde)! ¿Me imprimes una ficha de Francés?», ¡Mama, ¿quién era Rubén Darío?, ¡Mama, que no chuta el wifi!, ¡Mama, tengo que hacer un Powerpoint!... En fin, qué les voy a contar. Lo cierto es que, a veces, puedes parar un momento para hacerles caso y explicarles el truco para identificar un complemento directo, pero en muchas ocasiones no queda otra que el socorrido «¡Mira en Google, que ahora no puedo!». Bendito San Google.

Lo positivo de todo esto es que nuestros hijos han aprendido a buscarse la vida, a ser responsables, a manejar sus tiempos de trabajo y a mantener un estrecho contacto con sus compañeros y profesores (a los que desde aquí agradezco su paciencia, cariño y enorme trabajo e implicación), pero también los padres nos hemos puesto las pilas con contenidos olvidados y hemos tenido la oportunidad de aprender a manejar con ellos nuevas aplicaciones.

Además, tengo la impresión de que gracias a estas nuevas tecnologías que les han permitido acabar el curso mejor o peor también han logrado 'sobrevivir'. Sin poder chatear con sus amigos, comunicarse por IG, ver a sus 'youtubers' favoritos, hacer vídeos de TikTok, jugar con la Play, la Nintendo o con alguna de «esas máquinas que les van a dejar ciegos y con esguince cervical» me da a mí que no hubieran aguantado en casa de tan buen humor. Al menos, mis hijos.