Bendita juventud

Hay una lechuguina de uñas color gominola y español limitado que afirma que el agua no hidrata porque no lo dice en las etiquetas. Acabáramos. En el papel de estraza con el que el carnicero me envuelve el morcón tampoco pone que engorda, y yo estoy hecha un tordo. Otra dice que, si desde pequeños nos enseñaran a gestionar nuestro sistema inmunológico, no necesitaríamos ni vacunas ni medicinas. Ni camisas de fuerza. De ésta no saldremos mejores, pero tampoco más cuerdos.

Cada uno hace lo que puede y cree en lo que quiere. En el yoga, en la Nocilla, en la comunión de los santos o en el Orfidal. Estos insensatos, sobre todo, creen en la primera idiotez que se les pasa por la cabeza, tan importante que hay que comunicársela al resto del mundo. Bendita juventud. De Épater le bourgeois a ofender a la razón. Puestos a ver a gente naif, prefiero a Karina hablándonos con la misma ternura con la que le explicaría los números a su nieto y manejándose con las tecnologías con la misma soltura con la que yo desactivaría una bomba nuclear. Si hay que discriminar por edad, me quedo con las señoras. Con Bárbara Rey echándose el tinte y con Charo Baeza dándonos consejos sobre cómo lavarnos las manos. Cuchi cuchi.