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La decisión del BCE de aferrarse a su hoja de ruta y subir medio punto los tipos de interés –hasta el 3,5%–, pese al pánico desatado esta semana en los mercados en torno a la banca, pretende enviar un mensaje de firmeza en una ... doble dirección. Por un lado, sobre la absoluta prioridad de la lucha contra la inflación, que sigue muy lejos de estar domada. Por otro, en torno a la solvencia de un sistema financiero «resistente» y «mucho más fuerte» que en la crisis de 2008. La institución sostiene que la estabilidad de los precios y del sector son objetivos perfectamente compatibles –lo que suscita dudas en la actual coyuntura– y que está lista para «responder como resulte necesario» a fin de garantizarlos, incluida una inyección de liquidez en las entidades que la precisaran. Tal contundencia dialéctica, dirigida a transmitir tranquilidad en medio de una aguda zozobra, fue acompañada de la renuncia a anticipar cuáles serán sus futuros movimientos por si tuviera que imprimir a su política monetaria el giro que se resiste a dar.
Desde antes de que el sistema financiero se viera de nuevo en el ojo del huracán, una extendida corriente de opinión defiende moderar el alza de los tipos para evitar daños desmesurados al crecimiento de la economía. Con toda lógica, el hundimiento del Credit Suisse, el rescate de dos bancos en Estados Unidos y la posible vulnerabilidad de algunos europeos al encarecimiento del dinero habían intensificado las presiones en ese sentido. Al ignorarlas ayer, no es descartable que el BCE valorara el riesgo de que dar ahora marcha atrás por una exagerada sobrerreacción de las bolsas fuera interpretado como una señal de que el miedo de los mercados tenía razón de ser y penalizara aún más al sector, por lo que prefiriera aplazar esa medida. Pero tampoco que la cerrazón a variar el rumbo se haya impuesto en su seno aun a riesgo de repetir graves errores en el manejo de los tipos como los que cometió en la Gran Recesión.
A diferencia de su última crisis, la banca europea está saneada y presenta unos sólidos balances. Además, su exposición al Credit Suisse es muy limitada. Pero la experiencia demuestra que los terremotos financieros pueden declararse sin otra base que la propagación del miedo en una actividad donde la confianza es básica. Restaurar la que se haya perdido estos días es una obligación de la que el BCE no puede sustraerse. Ojalá sea suficiente su respuesta de ayer, que las bolsas acogieron con repuntes.
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