Secciones
Servicios
Destacamos
«O una mesa de debates, cuya forma
fue discutida durante meses:
¿dónde negociaremos sobre la vida
y la muerte?, ¿en una redonda
o en una cuadrada?
Mientras tanto la gente moría...»
(Wislawa Szymborska)
Estos versos resumen lo que siento. Se titula Hijos ... de la época y yo me pregunto: ¿de cuál somos hijos nosotros? Puede que de la época de la estupidez «coronada». Escribía la semana pasada que, en esta España nuestra, hasta el sentido común resulta revolucionario. No existe ni en tiempos de angustia como los que estamos viviendo. Muchos hemos apelado desde que se inició este calvario a la necesidad de remar unidos para superarlo. Creo que así lo sentimos mayoritariamente cuando aplaudimos cada día y buscamos la esperanza hasta en los ojos de los vecinos de enfrente con los que nunca hablábamos. Cuarenta días después, ni un ápice de cordura parece sobrevolar el Congreso de los Diputados.
Nadie puede afirmar a estas alturas que el Gobierno lo ha hecho todo bien porque a la vista están las costuras de sus errores. El último patinazo, la salida de los niños. Nadie es ciego para no ver lo evidente ni para comprender que lucha en muchos frentes: el desconocimiento del comportamiento del virus, el miedo al colapso de los hospitales, el mercadeo global de material sanitario, el contagio de profesionales por falta de medios, la improvisación de recursos, el colapso económico, el paro disparado, negocios hundidos, bulos, etc. etc. Como todos lo vemos, quizás un poco de humildad y de reconocimiento de errores sería más aceptable para la ciudadanía.
Al otro lado, se escuchan cosas terribles. Da la sensación de que Sánchez trajo el virus en una maleta y la esparció por España para matarnos a todos y disfrutar del poder sin ciudadanos ni oposición. Según Abascal, España es una cárcel, las residencias de ancianos han sido convertidas en «auténticos gulags», España se ha llenado de «féretros invisibles» y se está «amordazando» a quienes no «aplauden» al Gobierno. Lo dice libremente, sin que nadie le interrumpa, desde la tribuna del Congreso. Casado, aunque con formas menos burdas, no le va a la zaga. Compiten sobre quien se conduele más por los muertos, quien los llora más y quien los quería más, como si los muertos no fueran de todos. Ya recordó Juan José Millás en un tuit, que «Donde hay muertos, hay buitres».
En otros países están ya preparando el futuro que es lo que nos importa si queremos dejar a nuestros hijos un mundo mejor. España va a quedar destrozada y si no hay unión para preparar la salida veremos con asombro recuperarse a nuestros vecinos mientras seguimos discutiendo lo que ya no tiene remedio. Culpar al otro no nos sacará de la que se avecina. Es el momento de organizarse desde la sociedad civil y decirle a toda la clase política que tanto dice amar a España: ¡Basta ya!
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.