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En la ciudad de Logronningen, Baja Sajonia, el propio führer, Adolf Hitler, inauguró en 1938 un barrio obrero, de casitas bajas y plazuelas agradables. Los dirigentes de Logronningen, muy dados al peloteo, decidieron bautizar el barrio con el nombre de Heinrinch Himmler, dirigente de las ... SS, jefe de la Gestapo e ideólogo de los campos de exterminio. El barrio de Himmler se hizo pronto muy popular, hasta el punto de que se creó un evidente orgullo barrial; un orgullo proletario apuntalado por un combativo equipo de fútbol, por algunos curas rojos que llegaron a la parroquia y por la distancia, no solo geográfica, que lo separaba del centro de la ciudad. Más tarde construyeron un colegio público -el colegio Heinrinch Himmler- y un polideportivo con el mismo nombre.
Quizá hayan oído ustedes hablar de Logronningen en los últimos días: su caso ha saltado a la prensa internacional. The New York Times, Le Figaro, The Guardian... a todos sin excepción les parece intolerable que en una ciudad alemana todavía se honre la memoria de uno de los más crueles y sanguinarios nazis. El asunto resulta más inexplicable si se repara en que el alcalde de la ciudad, Paul von Hermossen, es miembro del Partido Socialista y que encima gobierna en coalición con un partido de ultraizquierda.
Herr Hermossen, un tipo alto y de buenas maneras, ha tratado de justificarlo diciendo que no era para tanto, que aquello era un barrio obrero (¡con muchos votantes suyos!), que los vecinos no querían que les tocasen el nombre y que total ya casi nadie se acordaba de ese tal Himmler.
Pero no convenció a casi nadie. En las páginas de Le Monde le replicaron que Himmler era quien era y que bastaba con ir a la Wikipedia para comprobarlo. Un superviviente del holocausto escribió una carta al Süddeustche Zeitung para quejarse amargamente de que el Ayuntamiento de Logronningen se estuviera tomando la memoria histórica a pitorreo: «Estos van por la vida presumiendo de progresistas y de antinazis -lamentaba-, pero luego se hacen caquita (sic) solo por cambiar una placa».
Qué cosas pasan en Sajonia.
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