El propósito de la Comisión Europea de mantener al menos este año y el próximo la barra libre en el gasto público de la UE, hasta que las distintas economías nacionales recobren el nivel previo a la pandemia, evidencia los obstáculos con los que tropieza ... una recuperación lastrada por los rebrotes del virus, la aparición de nuevas cepas y la lentitud en la vacunación. La medida supone todo un alivio para países como España e Italia, cuya actividad ha sufrido los mayores desplomes de la Unión y que, además, arrastran un déficit y un endeudamiento en las antípodas del que exigiría la ortodoxia aparcada con toda razón ante la indiscutible prioridad de fomentar el crecimiento. La decidida apuesta de Bruselas por la inversión pública de calidad y las reformas estructurales como herramientas para salir de la crisis demuestra que ha aprendido de los errores cometidos en la Gran Recesión, cuando antepuso ciegamente la austeridad a una sólida expansión de la economía. Pero ello no es óbice para que países como el nuestro con severos desequilibrios estructurales actúen con la máxima prudencia para que los inevitables ajustes futuros en el gasto no resulten traumáticos.
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