Las baronías de Sánchez
El diseño deliberado de las federaciones del PSOE con ministros al frente tiende a retratar un partido que no se ve en la oposición
Viernes, 24 de enero 2025, 22:02
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El 41º congreso del PSOE culminó hace dos meses con la elección de Pedro Sánchez y de la ejecutiva que propuso al frente del partido casi por unanimidad. Los cónclaves territoriales que, estatutariamente, siguen a aquel encuentro parecen confirmar el hiperliderazgo orgánico del secretario general ... y presidente del Gobierno. Con un dato de especial alcance. Cinco integrantes del Consejo de Ministros han sido designados para liderar otras tantas federaciones, sin que nadie haya osado finalmente disputarles el cargo. María Jesús Montero en Andalucía, Óscar López en Madrid, Ángel Víctor Torres en Canarias, Diana Morant en la Comunidad Valenciana, Pilar Alegría en Aragón, junto a la continuidad de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, como secretaria general ejecutiva balear. Resulta cuando menos discutible que tantos ministros estén en condiciones de simultanear sus responsabilidades en el Gobierno de España no solo con sus tareas al frente de distintas organizaciones del partido, sino con la eventualidad de que acaben concurriendo como candidatas y candidatos a la presidencia de las respectivas comunidades autónomas. A los problemas derivados de una ubicuidad imposible, que irá en detrimento de la labor ministerial, se añade un aspecto que puede volverse aún más crítico. Dos años de confrontación entre la persona titular de un ministerio e incluso de la tercera autoridad del Estado y la presidenta o el presidente de la autonomía que aspira a presidir. Lo que multiplicado por cinco o más acabaría desnaturalizando el Estado compuesto, dado el peso de autonomías como Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana.
Junto a ello, el modelo de partido que sugiere la asignación de responsabilidades territoriales a ministros que previamente se sentaban en las reuniones del Gobierno contribuye a que el PSOE actúe como correa de transmisión del Consejo de Ministros y de la Moncloa, sin que en sus federaciones puedan darse actuaciones con un mínimo de autonomía respecto a la acción gubernamental. La estructura y funcionamiento interno de las formaciones parlamentarias no es una cuestión privada sino pública, especialmente cuando aspiran o alcanzan a gobernar. El diseño deliberado de una formación que pende del Gobierno central tanto en la definición de su política como en la designación de sus responsables tiende a imaginar una democracia sin alternancia, y un horizonte en el que ese partido no se ve en la oposición.
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