El barco rojo

Este rasposo filme, que toca fibras y llega con facilidad al corazón de los espectadores, está planteado como un protesta fílmica de emergencia y ayuda humanitaria. Su narración es de una naturalidad emocional. Pero su discurso es aterrador por lo que dice y cómo lo expresa.

El metafórico título alude a esas cartas que escriben madres preocupadas por el destino de sus hijos cuando se suben a una patera, después de pagar mucho dinero ahorrado, y se embarcan en una aventura marítima que puede ser feliz o trágica.

La cineasta emplea el recurso de la voz en off como fuente generalista para contar las penalidades e infortunios de centenares de migrantes en su camino al viejo continente. Esta forma de alegato permite escuchar diálogos estremecedores como «La misma Europa que cura nuestras heridas nos complica la llegada» o una vez dispersados por París se oye «nuestra necesidad de refugio molesta a la gente». Frases acompañadas de las correspondientes imágenes que por su cercanía y tangibilidad resultan dolorosas.

'Cartas mojadas' se inicia con la corriente de migrantes huyendo de Siria a través de Turquía para cruzar a Lesbos hasta que se cerró la frontera y se direccionó el flujo proveniente de Libia utilizando la ruta más salvaje, el Mediterráneo central. Para concluir con el punto de vista de los guardacostas libios, que hacen retornar a los subsaharianos para ser extorsionados por las mafias de la zona.