Banderas

Servidora empezó a escribir columnas en septiembre de 1996. Para ello, ese verano, el de los Juegos de Atlanta, hice cuatro artículos de prueba. Uno era sobre la banderitis de los deportistas. Sobre esa costumbre atroz de ponérsela de capa o a la cintura. Sigo pensando lo mismo, solo que ahora hay otros matices. Siempre de parte de Kurt Vonnegut cuando tras el 11-S se reía de las banderas: «Estamos a punto de sufrir un ataque de Al Qaeda. Ondeen las banderas si las tienen, parece que eso siempre les ahuyenta. Es broma».

El domingo a la hora de comer veía a la gente que venía de hacer el fascismo con Abascal en la plaza de Colón de Madrid. Venían de hacer el fascismo con sus banderas. Lo curioso es que era la misma gente a la que veo hacer la compra en el mercado. Como si fueran personas de 'La invasión de los ladrones de cuerpos' poseídos por los marcianos. Parecen normales, pero no lo son.

En Bruselas, tras el triunfo de Marruecos sobre Bélgica en el Mundial de Qatar, se veían marroquíes arrancando banderas belgas. Las banderas no producen fascismo, producen salvajismo.