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Pedro Sánchez. Efe
Un balance parcial

Un balance parcial

EDITORIAL ·

El coronavirus no ha dado la razón a los propósitos estratégicos de Sánchez ni ha adelantado la agenda de transformaciones prevista

Miércoles, 30 de diciembre 2020, 08:48

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dirigió ayer al país con el propósito anunciado de presentar un balance contrastado de la actuación de su Ejecutivo durante 2020. Pero se limitó a desgranar un informe sobre el grado de ejecución de los compromisos contraídos, tanto respecto al programa de la coalición gobernante como en cuanto a los pactos suscritos con los socios que favorecieron su investidura y han contribuido a la gobernabilidad según sus postulados. Ni Pedro Sánchez, ni ningún dirigente europeo o autonómico, tienen necesidad de esforzarse para poner en valor su entrega institucional durante el año que termina. Todos ellos cuentan, de partida, con la comprensión de una amplia mayoría de ciudadanos. Porque ninguno de ellos pudo suponer que el desempeño público al que aspiraban iba a consistir en hacer frente a la mayor emergencia sanitaria en un siglo, y a una recesión económica sin precedentes por las incertidumbres que la rodean.

Pero hay algo en el modo en que Sánchez ha afrontado una situación tan límite que genera prevenciones. La sospecha de que ha gestionado y continúa manejando tan descomunal crisis a beneficio de una determinada política. En su comparecencia de ayer el presidente Sánchez llegó a afirmar que el coronavirus ha venido a dar la razón a sus propósitos estratégicos, adelantando en seis meses la agenda de transformaciones prevista por el Gobierno. Un pronunciamiento que no solo falta al mínimo de consideración que cualquier mandatario debe mostrar hacia el sufrimiento padecido y que padecen las personas directamente afectadas por el COVID-19. Intenta además soslayar las desastrosas consecuencias que la pandemia acarrea para millones de ciudadanos en España, en la presunción de que tendrá lugar una aceleración de los cambios que no se dieron tras las dos recesiones consecutivas de la debacle financiera de 2008. Puede que Sánchez esté en condiciones de presentar a los suyos un balance razonable de cumplimiento de los compromisos adquiridos en nombre del PSOE o del Gobierno de coalición. Cosa distinta es que esos cumplimientos respondan a las necesidades del país en su conjunto; o que, como en el caso de los Presupuestos Generales, aseguren su propia viabilidad. Claro que la desmedida oposición acaba acomodando al Gobierno de Sánchez en una suerte de poder incontestable, a falta de una alternativa solvente en tanto que razonada.

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