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La ideología es una cosa muy mala. No digo las ideas, y menos los ideales: tenerlos es deseable y no tan frecuente. Pero la ideología es un cáncer, ése que condena a la mayoría de los políticos y a un porcentaje no desdeñable de ciudadanos ... a pensar «lo que toca», según la bandera bajo la que uno se ponga a sí mismo. Es una casi enfermedad mental que ordena las ideas en packs, facilitando la respuesta a todo. Puesto que soy de izquierdas, al problema A doy la solución B. Puesto que soy de derechas, sobre X pienso siempre Y. Y si dudo, en mi tertulia de referencia/mi feisbuk me dirán lo que es correcto pensar.
Sólo desde esa ordenación mental en estanterías estancas se entiende lo que quiere hacer el Gobierno de La Rioja (habrá que ver si personalizado en el nuevo consejero de Educación, a quien por sus hechos conoceremos) de dejar sin ninguna ayuda para la adaptación al COVID del nuevo curso a los colegios concertados. No es un porcentaje tonto: es el 30% de los niños riojanos el que acude a esos centros. Y no, los concertados no tienen fondos de sobra para ayudarse solitos. Por si no lo sabían, la mayoría de los centros concertados en La Rioja viven una economía de mera subsistencia. Harán las adaptaciones que puedan, contratarán a los (pocos) profesores de más que puedan, y su alumnado con sus familias estarán sencillamente peor protegidos.
No sé a ustedes, pero a mi eso me parece un muy mal negocio. Y no sólo para los niños 'concertados', sino para todos. Aún estamos a tiempo.
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