El Partido Popular ganó ayer las elecciones a las Cortes de Castilla y León con un resultado sensiblemente inferior a la mayoría absoluta que perseguía con su convocatoria anticipada, mientras el PSOE perdía siete procuradores a causa en parte de la irrupción parlamentaria de candidaturas ... provinciales contra el vaciamiento territorial. El imparable ascenso de Vox fue resultado de que las dos principales fuerzas políticas del país vienen entregándose a una polarización que favorece a la extrema derecha. La victoria del PP, con 31 escaños sobre 81, dificulta sobremanera que Alfonso Fernández Mañueco pueda gobernar en solitario tratando de estabilizar la legislatura con acuerdos puntuales con Vox, con las formaciones provinciales e incluso con los socialistas. Entre otras razones porque, al inaugurarse con el 13-F un nuevo ciclo electoral, el resto del arco parlamentario se mostrará remiso a facilitar la investidura del candidato popular primero y la tramitación de leyes y Presupuestos después.

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El PP de Pablo Casado necesita eludir un acuerdo fuerte con Vox, que salió de la noche electoral en condiciones de encarecer sus apoyos. El escrutinio de ayer no puede extrapolarse al conjunto del país ante los próximos comicios, pero ofrece señales que apuntan tendencia. La fragmentación del panorama resultante en la comunidad castellanoleonesa, con ocho grupos con representación parlamentaria, indica que la atomización política que afloró en 2015 puede incrementarse aún más. El reajuste en el centro-derecha, con el batacazo de Ciudadanos y el auge de Vox, ha dejado al PP donde estaba, pero con la confirmación de su virtual dependencia de la fuerza liderada por Santiago Abascal para proyectarse como alternativa al Gobierno de coalición progresista. Ello obliga al PP a una urgente reflexión sobre su papel político, su estrategia futura y su relación con la ultraderecha antes de la cita con las urnas de Andalucía.

El PSOE puede encontrarse ante la necesidad de contar con una miríada más amplia aún de formaciones para apuntalar sus opciones de gobierno, a no ser que Unidas Podemos se transforme en una plataforma más amplia y en un aliado más solvente para el socialismo gobernante. El recuento del 13-F interpela a Pedro Sánchez y a Pablo Casado a atender los flancos que han dejado descubiertos en cuanto a las prioridades y anhelos comunes de los españoles.

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