Avanzar con seguridad

El paso de las comunidades autónomas y zonas sanitarias a las fases 2 y 3 de la desescalada a partir del lunes confirma la evolución positiva de los datos epidemiológicos y de la capacidad de vigilancia y respuesta del sistema sanitario frente a la Covid- ... 19. La decisión del Gobierno atendió además ayer a todas las expectativas territoriales. Tanto las diversas administraciones, como los ciudadanos y los sectores económicos saben que el avance de cada ámbito territorial representa una buena noticia para las demás comunidades. A partir del lunes, los presidentes de las autonomías que, como es el caso de La Rioja, progresan a la fase 3 se harán responsables de lo que reste de desescalada. Lo que exigirá la máxima coordinación con el Gobierno central y la colaboración más solidaria con las comunidades que aspiran a alcanzar esa fase dentro de dos semanas e incluso antes. Pero el tránsito hacia la 'nueva normalidad' depende del cumplimiento personal de las normas e indicaciones restrictivas y de higiene dictadas a nivel internacional, sin que el gregarismo de rebaño ponga en juego la salud de las personas y la vuelta al confinamiento. Los casos de indisciplina social que han trascendido son suficientemente ilustrativos de lo que no ha de hacerse. Pero tampoco estaría de más que todos los responsables públicos dedicasen unos segundos de sus frecuentes apariciones públicas a recordar que hay que lavarse las manos, mantener la distancia de dos metros y usar mascarilla. Porque la relajación derivada de la desescalada induce a que se deje de hacer todo eso, y lleva a los propios prescriptores institucionales a obviar su obligación de insistir en indicaciones precisas. Podemos afirmar que estamos venciendo al coronavirus; pero hemos de tener en cuenta que todavía ha de ser prevenido sin contar con vacunas ni un tratamiento definitivo. Ayer finalizaron los diez días de luto oficial por las personas fallecidas por o con la Covid-19. Aunque resulte hasta cierto punto comprensible que su recuerdo pese hoy en la sociedad española menos que el alivio y la alegría de los millones de ciudadanos que sienten haber sorteado momentos de verdadero riesgo, la memoria del sufrimiento indecible padecido por tantos hombres y mujeres a causa del coronavirus es el mejor antídoto con el que los españoles contamos por ahora para evitar rebrotes y hasta afrontar una eventual segunda ola.