Secciones
Servicios
Destacamos
Si a alguien le guiña el ojo la mala suerte y le persigue la desgracia que cometa disparates es tan comprensible que nos conmueve. Pero quien, teniendo más de lo imprescindible, traiciona sus principios tirando su reputación y prestigio a la basura sucumbiendo ante el ... becerro de oro, como un vulgar Alí Babá, es decepcionante y patético. Que justifique sus dislates resulta irritante. Pensemos en los políticos que han traicionado nuestra confianza desde que nos alcanza la memoria, constataremos que el pueblo soberano transita entre el asombro y la indignación. Un día nos sirven taza y otros, taza y media.
De la Transición aquí, bien podemos concluir que del rey abajo, ninguno ha dejado de sorprendernos. Ya comprendo que exagero, pero no podía dejar de robarle la frase a Zorrilla, un hurto que viene al pelo y no vacía las arcas públicas. Bromas aparte, muchos nos preguntamos en qué momento y debido a qué extraños desvaríos algunos políticos decidieron autodestruirse. El Rey lo ha hecho y hoy, desnudo, recibe la recompensa: el desamor de su pueblo.
Dejemos al Emérito en su propio desierto. Pensemos en esos integrantes de cualquier gobierno que llegan esgrimiendo su compromiso con el ciudadano y, tras vender su alma a la codicia, se lanzan solícitos a la piscina de la corrupción. Olvidan de dónde venían, quién les ha llevado hasta allí y los valores que decían defender. Se acostumbran a la ciénaga y ni siquiera el olor a podrido les molesta. Debe producirse en su mente tal espejismo que en vez de cordura se les aparecen cheques, apartamentos, yates, áticos, suites de hoteles, millones en el altillo, millones en Suiza, un Jaguar en el garaje o volquetes de putas (según inmortalizó Granados). ¿De verdad no sabían adónde les llevaba la corrupción siendo tan listos? Supongo que caer en la tentación debe merecer la pena por la larga lista de seducidos por ella. La honradez está infravalorada porque se olvida que solo es íntegro quien ha tenido ocasión de dejar de serlo.
Además de estas miserias está la corrupción del poder mismo, la tentación autoritaria, incluso en democracia. Ésta es más sutil pero no menos peligrosa. Algunos creen que el poder los diviniza, otorgándoles una sabiduría infusa, antes desconocida, que alimenta la soberbia. Aduladores y palmeros los alientan ocultando críticas y errores por evidentes que sean. Ávidos de poder nada escapa a su control. Mandar es su placer, por eso pretenden perdurar en el tiempo. Citaré a Putin como ejemplo pero hay muchos. Yo los imagino acariciando su gato, como Marlon Brando en El Padrino, con mirada enigmática:
–Quitadme a los que me molestan, que parezca un accidente...
Esta caricatura pudo escribirse en cualquier época porque nunca aprendemos. No perdamos la esperanza pero la historia, cíclicamente, rima.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.