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Auschwitz como advertencia

Auschwitz como advertencia

Editorial ·

El horror nazi recuerda que es imprescindible que las muestras de odio hacia el otro sean desterradas al mínimo síntoma

Lunes, 27 de enero 2020, 08:46

El 75º aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau por el ejército soviético reunirá hoy a algunos de los supervivientes que salieron con vida de aquel horror y a mandatarios de distintos países, como lo hicieron hace una semana en ... Jerusalén. El régimen de Hitler condujo a aquel infierno de alambradas y barracones instalado en la Polonia ocupada a un millón trescientas mil personas de las que quería deshacerse, procedentes de una veintena de países que había invadido. Solo doscientas mil de ellas lograron sobrevivir. Las demás murieron en las cámaras de gas a las que eran conducidas en muchas ocasiones nada más llegar, víctimas de su esclavización y de la brutalidad de sus guardianes, o de hambre, frío y enfermedades contraídas en la extrema debilidad. La inmensa mayoría eran judíos. Pero también los nazis encerraron allí a europeos de etnia gitana y a perseguidos por sus ideas o por su condición social u opción sexual. Auschwitz formó parte de la 'Solución Final', plan ultimado por la cúpula nazi en febrero de 1942 para acabar con «el problema judío». La Alemania de Hitler solapó sus razias y convoyes para acabar con «los enemigos de la nación» bajo el estruendo de la II Guerra Mundial, tratando que la verdad sobre lo que sucedía circulara si acaso como rumor tanto entre los propios alemanes como entre los demás europeos. Alentando al tiempo el sectarismo y la intolerancia hacia quienes eran masacrados en el secreto de un poder implacable. El mundo no podía alegar ignorancia, cuando eran miles las personas que conseguían huir a sabiendas de lo que les estaba ocurriendo a sus semejantes. Pero el descubrimiento de la maquinaria asesina de Auschwitz-Birkenau tampoco supuso la asunción inmediata de las responsabilidades contraídas por quienes pudieron impedir cuando menos algo de todo aquel Mal si hubiesen intervenido a tiempo y con decisión. Lo que revelaba la naturaleza última del proyecto nazi se presentó en buena medida como si únicamente fuese la desagradable trastienda que ocultaban los vecinos en una guerra demoledora. Tuvieron que trascurrir muchos años para que las propias instituciones de la Europa libre denunciasen con sentido pleno y sin ambages todo aquel horror. Por eso es imprescindible que las muestras de odio hacia el otro, de supremacismo, de segregación, sean desterradas al mínimo síntoma. Sin que nadie tenga que imaginar, para reaccionar de inmediato, un desenlace de tanta crueldad colectiva.

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