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Hace unos días la Fundación SGAE dio a conocer su informe estadístico anual sobre el conjunto de las Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales. Un riguroso y detallado estudio sobre el impacto en la sociedad de los hábitos culturales en estos apartados que alumbran una serie ... de cifras y letras letales, sobre todo, para el cine. En dicho dictamen y acotado a nuestra comunidad, La Rioja, los números, sin ser catastróficos, se alinean, en proporciones, al resto de España. Que vienen a decir que se mantiene, año tras año, el descenso de espectadores que acuden a las salas de exhibición. Una tendencia a la baja que redunda en su inevitable sangría y que al parecer es irreversible.
La Rioja vuelve a situarse con guarismos parecidos a los registrados en el 2008. Época en la que se observó un 3,2% de sesiones menos y un 1% de descenso en asistencia y recaudación. Una propensión que hace constatar el descendente diálogo del espectador con la pantalla.
Año tras año la exhibición pierde clientela. Un escenario nada nuevo cuando el consumidor tiene a su alcance la mayor oferta de productos audiovisuales que quepa imaginar. El cine de pantalla grande, salvo honrosas excepciones, ha perdido su lugar en la cumbre y su categoría de hecho social. Una mecánica maquillada por fenómenos puntuales y la mercancía de los superhéroes. En este triste panorama, en el que el cine ha dejado de ser un faro y cada vez la pantalla seduce menos, el público encuentra otras alternativas de entretenimiento. Plataformas de contenido de ficción, amplio repertorio de seriales y el indispensable streming. Las clases medias y bajas, familias de cuatro miembros, afectados por la pérdida de poder adquisitivo, se apalancan en casa evitando hacer un desembolso oneroso. La generación que le gustaba ir al cine ve menguados sus aficionados y, como siempre, quedan los resistentes que se entusiasman por ver un estreno en una sala de proyección. Junto a estos incondicionales hay que sumar los parches paliativos como la fiesta del cine, aunque la severidad de los números ahonde en la precariedad del sector.
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