La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, expuso ayer ante el Parlamento de Estrasburgo el proyecto de aplicar una tasa de hasta el 33% sobre los beneficios de las energéticas que aumenten en 2022 en un 20% respecto a la media de ... sus resultados en los tres años anteriores. Una medida que deberán acordar los titulares de Energía de los Veintisiete en el consejo previsto para el próximo 30 de este mes. La Comisión estima que con ello los países miembro recaudarán 117.000 millones de euros más de la generación inframarginal –renovables y nucleares– y otros 25.000 de las empresas que explotan combustibles fósiles.
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Von der Leyen se mostró taxativa ayer, señalando que esas empresas «están obteniendo unos ingresos con los que no contaban, con los que ni siquiera soñaban», añadiendo que «los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más los necesitan». El plan incluiría topar en 180 euros el megavatio hora de las inframarginales. A todo lo cual la Comisión Europea añade el propósito finalista de que esa recaudación extraordinaria sea utilizada para apoyar a los hogares con bajos ingresos, a reembolsos, inversiones en renovables, en subvenciones o exenciones para incrementar la eficiencia energética e impulsar las tecnologías de descarbonización.
Ciertamente Bruselas tiene la intención de brindar a cada país de la Unión Europea un amplio margen de actuación a la hora de trasponer las medidas que se adopten el 30 de septiembre. Pero por eso mismo sería más que razonable que la tramitación parlamentaria de la proposición de ley de PSOE y Unidas Podemos aceptada anteayer en el Congreso se atuviese al proyecto europeo, tanto en cuanto a su formulación operativa y jurídica como al tiempo de vigencia propuesto, que en el caso de la iniciativa de la Comisión se limita a los resultados de 2022. Por otra parte, el criterio expuesto por la presidenta Ursula von der Leyen de adecuar la medida a los precios energéticos en los que se mueve cada país advierte de que no tiene sentido argumentar que España circula por su propia vía, gracias entre otras cosas a la excepción ibérica, y empeñarse al mismo tiempo en la exigencia de una contribución mayor a las energéticas, que en nuestro caso se extendería a la banca quizá por efecto antipatía.
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