Un ascenso de capitán a sargento
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Cuando el 3 de agosto último José Luis Rubio se enteró de que iba a dimitir (por voluntad propia, cómo si no) como consejero de Sostenibilidad y Transición Ecológica del Gobierno de La Rioja, cerró el periódico que le daba la noticia y se tomó ... un almax para digerir mejor el sapo. Ya en palacio, le dieron las oportunas razones 'personales' de 'su' decisión y una caja de cartón ondulado para sus cosas. Como en las pelis de Hollywood cuando despiden a alguien del curro, pero en versión dimisión. 72 horas después se calzó una chaqueta verde y se sentó con la presidenta Andreu ante los periodistas, esa gentuza, con una sonrisa más falsa que un euro de madera para decirles que no, que no se había acabado el amor, pero que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Razones que deben ser las mismas que ahora le llevan de nuevo a la Consejería que dejó con el lacrimal encendido, porque son razones que nadie entiende ni con el corazón en la mano. O sí. Seis meses después, asistimos a un insuperable ascenso de capitán a sargento, que diría mi jefe.
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