Abatimiento. Desaliento. Son los significados que establece la RAE para la palabra 'decaimiento'.

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El 9 de noviembre de 2020 entró en vigor el estado de alarma. Hoy es el último día que tiene validez, hasta las 00.00 horas de mañana. A partir de ahí... ... decaimiento.

Decaer. «Ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor». Decae el estado de alarma, y esperemos que no lo hagan también la responsabilidad individual y colectiva, el compromiso con la salud pública, las medidas profilácticas.

La 'nueva nueva normalidad' (algún sintagma denominará la estrenada tesitura) llega a una población con ansias de salir, de disfrutar de la familia y los amigos, de viajar. A una juventud asfixiada con la normativa y las limitaciones. Pero también a una sociedad con altos índices de casos de coronavirus activos, de incidencia acumulada y de presión hospitalaria.

Aquí están de nuevo los derechos fundamentales sin restricciones. Derecho a reunión, a la libre circulación. Pero, con la misma intensidad, el derecho a la protección de la salud (Constitución española, art. 43). «Compete», recoge la Carta Magna, «a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto». Derechos... y deberes.

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El virus sigue ahí. Y mata. Cuánto y cómo depende también de ti y de mí. Los datos revelarán en pocos días si optamos por decaer en nuestras responsabilidades o, definitivamente, nos damos una oportunidad.

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