EL ARTE COMO SALVAGUARDA DE UNO MISMO

El realizador alemán desgrana en 188 minutos un drama que se entiende mejor desde el título original, 'Obra sin autor', y se centra en el recorrido artístico y sentimental del pintor Kurt Barnet (Tom Schilling), un joven que primero prestó su talento en murales propagandísticos al régimen comunista de la antigua RDA y luego intentó encontrar su estilo y visión personal en la zona occidental.

No menos conflictiva fue su relación con su compañera de clase de arte, Ellie (Paula Beer), hija, sin que Kurt lo sepa, del profesor Seeband (Sebastian Kock), experto ginecólogo y mano asesina al servicio de los nazis que finalizada la II Guerra Mundial fue camuflado con otra identidad, no por sus amigos, sino por el comandante soviético al mando del bastión rojo que ocultó su expediente por un servicio prestado.

Película académica, correcta, de tintes melodramáticos, fotografiada con exquisitez por Caleb Deschanel, que reflexiona sobre el arte y los genes hereditarios y cuyo guión está repleto de lugares y situaciones muy novelescas.

El filme representó a Alemania en los Oscars de Hollywood, y en su esquema y estructura deviene conformista y convencional. Plano, previsible e impersonal. Ahora bien, los instantes buenos tienen garra de verdad.