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Prestar un libro, más allá del riesgo que supone por su dudosa devolución, implica leerlo tantas veces como sea prestado. Personalmente, y en la mayoría de casos, solo asumo ese peligro si se cumplen dos condiciones. Primera, que el libro merezca ser compartido. Segunda, que ... a la persona destinataria le confiara mi vida en caso de ser necesario. Que prestar un libro no es cosa menor. Dicho de otra manera, es cosa mayor. En mi última vez se cumplían ambos requisitos. Quizás que uno y otro sean txuri-urdin hacía obligada su presentación, aunque fuera a través de las letras.

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larioja Aramburu, un escritor humanista