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Vamos listos con esto de la 'nueva normalidad', que parece que una de las cosas que no ha podido borrar la pandemia es la tan socorrida picaresca española. Que ya me empiezo a hartar de la expresión de marras. Y de sus consecuencias.
Y es ... que les reto a que realicen una somera búsqueda al azar de unas vacaciones para este verano. Den un poco de margen y váyanse a los meses calientes por excelencia. O incluso más adelante, que el ejemplo pulula por doquier. Ya me contarán si encuentran algo más o menos decente que sea asequible para un bolsillo medio. Y es que algunos comportamientos que se están reproduciendo últimamente es que muchos están aprovechándose para recuperar con creces los ingresos que perdieron por la cerrazón del estado de alarma. Y así aliviar sus cuentas de resultados, de lo más maltrechas por la pandemia del COVID-19.
Y eso mismo que les cuento de alojamientos veraniegos, también lo he detectado en diversos locales de hostelería. Por lo visto, el IPC ha subido de lo lindo en materia de bebidas y aperitivos, igual hasta el 50% en algún caso. Si no, no se explica que muchos bares hayan incrementado sobradamente sus precios tras la reapertura durante la desescalada. Y no cuela el argumento de la desinfección, que pasar un trapo impregnado en un líquido limpiador no ha de implicar tan descarado aumento del precio.
Y es que de pícaros está lleno el mundo. De los que aprovechan la coyuntura de la 'nueva normalidad' para llenarse los bolsillos a costa de otros.
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