El PNV aplaza la ofensiva

La renuncia del PNV es por tanto, y de entrada, una buena noticia para todo el sector de Rioja. Aunque conviene no quedarse únicamente en la explicación buenista de los nacionalistas para justificar su paso atrás, que alude a un hipotético compromiso del ministro de Agricultura, Luis Planas, de abrir un «debate sereno» sobre esta cuestión. Una excusa de aparente ingenuidad que trata de desviar hacia Planas y su Ministerio las consecuencias políticas de la reacción que la acción peneuvista puede provocar entre 'su público'. Aunque carece de sentido que se pretenda presentar al ministro como impulsor de un debate que, como recordó anoche el Consejo Regulador, ya tuvo lugar hace más de un año en el lugar donde debía sustanciarse: el pleno de la propia institución. Y menos aún si se advierte de que el resultado fue abrumadoramente contrario a la propuesta nacionalista.

El PNV desistió de tramitar su proposición de ley, en efecto, pero solo lo hizo cuando los votos de sus diputados dejaron de tener el valor de lo imprescindible que tantos réditos le ha generado históricamente cada vez que se ha sentado a negociar con el inquilino de la Moncloa, más allá del color político de este. Solo cuando la formación nacionalista fue consciente de su debilidad porque el Gobierno ya había encontrado socios para sus Presupuestos, y de que el PSOE votaría en contra de la detonación de Rioja, plegó velas, recogió los aparejos y se hizo a un lado. Solo el paso del tiempo permitirá verificar si aparca su ofensiva definitivamente o si la resucitará cuando los vientos políticos le vuelvan a ser favorables y su puñadito de votos en el Congreso recuperen la calidad y el valor de lo imprescindible.