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Hace días el alcalde de un pueblo de la sierra amaneció con la buena nueva de regalar a cada vecino un estuchito de vino, mazapanes y turrón y horas después puso un cartel en el corcho con el orden del día del pleno municipal: anunciaba ... subidas de impuestos. La Navidad es tiempo de anuncios, hay que abrir las ventanas y proclamar algo porque de eso van estas fechas. Por eso nos bombardean con lo de que ha nacido un niño, con los spots de perfumes, los folletos de juguetes o las vocecitas en la radio de Mazapanes Segura, un anuncio que condensa la esencia de estas celebraciones porque es un eco del pasado, un retumbar lúgubre y emocionante como las muñecas de Famosa y todo ese folclore pop tan entrañable y marchito.
El anuncio de estas fechas ha sido el de ese alcalde porque ha sido una cara y una cruz como el Gobierno de La Rioja con el Pasaporte COVID. Primero que no y luego que sí. Ya que parece todo una comedia lo que quiero es que en un restaurante me lo reclame el jefe de sala con educadas maneras de antiguo revisor de tren, que me lo pida reverencioso y cortés pero a la vez inflexible como en alguna película clásica.
Ha salido ese alcalde regalando viandas y augurando más impuestos en el momento oportuno, ¿cuándo si no? Es más intenso ese anuncio consistorial que el de la Lotería de Navidad de este año, una cosa insípida como de trámite para cumplir el expediente y poner escenas de calles nevadas con sonrisas cariñosas. No consigue emocionar como otras veces pero cumple su función, que es enmarcar estas fechas y dar que hablar igual que los conciertos de San Mateo, la elección de los vendimiadores o la programación de Actual. De esos clásicos televisivos a mí me ha maravillado el de Campofrío, pero no por la ejecución ni el mensaje de galleta de la fortuna que va recitando Karra Elejalde; lo que me asombra es que en los tiempos en los que estamos alguien siga anunciando embutidos, carnes, deliciosos fiambres, jamones y salchichones en este imperio de lo light y las catervas veganas; me conmueve eso porque no sé cuánto durará ahora que están prohibiendo todo lo que da placer y alegra un poco la vida.
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