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La vida, por desgracia, no es una tómbola de luz y color, como cantaba Marisol en la prehistoria. La vida, por fortuna más bien, no es una tómbola, como la propia Marisol, transformada en una gloriosa Pepa Flores pudo comprobar, pero cuando llega la campaña ... electoral nuestros queridos políticos se empeñan en mostrárnosla como tal. Una tómbola en la que a todos nos toca la muñeca pepona o el oso de peluche, según los gustos. El premio está asegurado. Desde la oposición se critica que el jueves, víspera del arranque de la campaña electoral, se celebrara un Consejo de Ministros extraordinario en el que Pedro Sánchez sacaba la papeleta para los afortunados, que somos todos.
Sequía enmendada, horas de trabajo al sol prohibidas (aunque ya estaban reguladas y sancionado su incumplimiento por la inspección laboral), y la víspera aparecían más pisos, más vivienda social, y más trenes para los jóvenes y caramelos para los niños y alas para los sueños. Dos boletos por un duro, decía Joan Manuel Serrat que costaba el Carrusel del Furo. Pues eso. Y la oposición pataleando, denunciando, sin recordar la oposición que cuando era dueña de la tómbola hacía el mismo reparto de peluches y mercedes. Sin recordar la oposición que las calles de media España, la que no está vacía, se encuentran levantadas por obras y remiendos municipales, no importa qué partido esté en el sillón más alto del ayuntamiento. La tómbola municipal.
Zanjas a punto de cerrarse, jardines en vísperas de florecer, socavones reparados, con el asfalto todavía humeante. Pepe Isbert y Manolo Morán ofreciendo dádivas desde el balcón del ayuntamiento en 'Bienvenido Mister Marshall'. Una fuente, pedía el vecino. ¡Concedida! Con chorrito, reclamaba el súbdito. ¡Con chorrito! La vida como aquellos espléndidos, ya míticos, carteles con los que el PSOE empapeló el país en las primeras elecciones municipales. Entrese en internet y véanse los idílicos dibujos del entonces afamado José Ramón. El puño y la rosa sustituyendo al sol en una amanecer púrpura, cuajado de promesas, parques verdísimos, orquestillas multicolores piando como pajarillos en la fronda, familias sonrientes, teatrillos, bicicletas, maratones populares sin una gota de sudor. Juan Ramón reivindicó aquel dicho según el cual una imagen vale más que mil palabras. Resumió en sus dibujos el discurso que entonces y ahora nos venden ocho mil alcaldes de izquierda, centro y derecha. Felicidad a espuertas, reparación de los pecados, futuro justo. Todo al alcance de la mano, señoras y señores, con solo introducir en la urna la papeleta adecuada, el boleto de la tómbola que tiene premio seguro.
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