El fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes. No se sabe si la frase es de Valdano o de Arrigo Sacchi pero en estos días se ha reflotado a raíz del caso Vinicius. Aunque lo cierto es que ese caso trasciende ... el fútbol. El suceso se dio en un estadio, entre el anonimato que confiere la masa. Disueltos entre la multitud, esos vocingleros dan salida a algo de lo que serían incapaces de manifestar de forma individual. Incluso pueden tener la desfachatez de declararse antirracistas. El campo de Mestalla, puede marcar un antes y un después en esa ya vieja y muy conocida tradición. Si Vinicius se rebeló fue por hastío. Lleva una temporada sufriendo el mismo trato vejatorio por diferentes estadios y aficiones. Ahí está el monigote colgado de un puente con su camiseta, obra de ultras del Atlético.
Publicidad
Una estrella, un privilegiado al que ahora se mima. Si lo quieren ver así, sí, pero ha abierto la espita. Y lo que consiga para él lo hace no solo para todos los que tienen la piel oscura sino para la decencia de una sociedad un poco más justa y tolerante. A partir de ahora, puede que esos que gritan puto mono o arrojan plátanos a Vinicius o a cualquier jugador negro se vean cohibidos y censurados por quienes los rodean. Ha ocurrido con la violencia machista. El machismo no es un problema resuelto, a la vista está. Pero la sociedad ha tomado conciencia. El machista, salvo en entornos especialmente asilvestrados, no se jacta de su supuesta autoridad y hombría como sucedía tiempo atrás. La presión social, antes o después, surte efecto.
Los partidos políticos, en plena campaña electoral, han salido en tromba a apoyar al futbolista. Bienvenido el consenso. Pero algunos de los que ahora proclaman su inmaculado antirracismo, Vox, llevan años señalando al diferente, criminalizando al inmigrante. Sembrando la sospecha contra los refugiados. Criticando que se «despilfarre» dinero en ayudar a los MENAS. A no ser que hagan maravillas con el balón, se supone. El suceso Mestalla ha saltado al ámbito internacional. Se debate ahora si este es un país racista o si solo lo son los valencianos. Los puros de sangre afirman con rotundidad que los españoles no somos racistas, que nunca habíamos tenido problemas de este tipo. Que le pregunten a los gitanos. Nunca habíamos tenido problemas de racismo porque hasta hace muy poco aquí el único negro que se conocía era el rey Baltasar. Vinicius, más allá del Real Madrid y del fútbol, al poner el dedo en la llaga, se ha convertido en el nuevo rey mago que ha dado voz a muchas personas humildes y víctimas de racismo que parecían condenadas al silencio.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.