Un poco de esperpento

Tamames, como bien sabíamos, fue comunista. Entró en «El Partido» en 1956, cuando el PCE aún andaba sintonizado con Moscú y acababa de invadirse a la entonces díscola Hungría. Trabajo en la clandestinidad, estudios de economía marxista para poco a poco ir desintoxicándose del socialismo real. Compañero de Carrillo en su desapego del estalinismo primero y luego abandonando aquella vía intermedia entre el comunismo y la socialdemocracia se fue a abrazar al CDS, el partido minoritario de un Adolfo Suárez curado de espantos. Y de ahí a la derecha y al revisionismo. La izquierda como pecado de juventud, sí, solo que de una juventud que lindó con el medio siglo. Esa era la edad que rozaba Tamames cuando se acercó al partido de Suárez.

Ahora Vox va a su rescate o él va al rescate de Vox. Después de varias reuniones, Abascal cree que Ramón Tamames sería el candidato idóneo para encabezar una moción de censura. A punto de ser nonagenario, Tamames entraría en la Moncloa para liderar no un Gobierno Frankenstein, como dicen que es el actual, sino un Gobierno Momia con los vendajes polvorientos de las catacumbas y un jeroglífico indescifrable a modo de ruta gubernamental. El antiguo militante de la izquierda bendijo el 'brexit' y lo calificó como un regalo para Europa. Ve con buenos ojos la propuesta de Santiago Abascal y ha confesado que le gustaría que el PP se sumara a la estrambótica petición que lo lleve a la presidencia del Gobierno. El cónclave supremo de Vox debe de pensar que su propuesta es un acto de pluralidad suprema y tolerancia mayúscula. Le perdonan a Tamames el desvío pseudo juvenil y ofrecen al país un rumbo que a ellos les debe parecer el de la más alta liberalidad pero que en realidad está a un paso, solo a un paso, del esperpento.