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Triple salto mortal. Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Este Houdini de la política ha vuelto a romperle la cintura a toda la clase política, empezando por los miembros de su Gobierno y de su boquiabierto partido. En el nuevo reto se ha tragado la llave del candado y se ha echado al río. En la orilla, un país entero esperando ver cómo sale del fangoso fondo. Fango es la palabra recurrente de su carta. Desconcierto es lo que ha sembrado en el fango. Y por encima del fango y del desconcierto, una evidencia: la irresponsabilidad.
Que el juez que admitió la querella contra Begoña Gómez basada en bulos ha cometido un despropósito es otra evidencia. La fruta de Ayuso, otro despropósito. La burda manipulación de datos sobre familiares de Sánchez cacareada por la vicesecretaria del PP Ester Muñoz, un despropósito y una vergüenza. Pero nada de eso justifica la espantada del jefe de Gobierno. A todos resulta incomprensible que el pseudo autor del «Manual de resistencia» no pueda soportar una campaña que, al contrario de lo que manifiesta en su carta y subrayan sus ministros, no es nueva. Dentro de su propio partido, Susana Díaz tuvo que aguantar un duro acoso contra su entorno familiar, viéndose obligada incluso a mostrar públicamente las nóminas de su marido. La mujer de Núñez Feijóo ha sido acusada de corrupción hace unas semanas desde los escaños socialistas.
Lo que Pedro Sánchez vaya a hacer, dada su naturaleza, es imprevisible. Lo único claro es que el acoso contra su mujer es un elemento más dentro de una suma que viene de lejos y que se intensificó con la huida adelante iniciada el día siguiente de haber tenido un gran fracaso electoral en las elecciones autonómicas y municipales de mayo pasado. Un fracaso del que no se extrajo ninguna conclusión gracias a la estrategia de Sánchez de convocar elecciones generales inmediatamente. Se han acumulado demasiadas contradicciones. Se ha cedido demasiado a independentistas. Se han confundido las ideas con un improvisado argumentario para defender lo indefendible. Se fabricaron ladrillos para levantar el muro contra una fachosfera que básicamente significa, conmigo o contra mí. Los incondicionales le piden a Sánchez que le diga a la jauría que no ha podido con él. Algún bocado de esta refriega a la que asistimos desde hace meses lleva colmillo socialista. Llegados a este punto, se especula si este retiro espiritual responde a un hartazgo personal o es pura estrategia. Lo único claro es que el lunes se inicia un nuevo ciclo. Porque sea cual sea la decisión última de Sánchez, este amago de dimisión no puede ser tomado como una rabieta sin más.
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