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El año comenzó con un fuerte debate ideológico. El que se celebró en la Puerta del Sol y de paso en los hogares de todo el país. Cuñados, parientes y amigos debatían al son de qué cadena ver y oír las doce campanadas. Pedroche o ... Broncano. Ver o no ver. He ahí el dilema. Los de Pedroche, gente de la fachosfera o del liberalismo económico y visual, estaban más por ver. Simplemente por ver. Los adeptos de Broncano se decantaban por escuchar, por oír las ocurrencias y las irreverencias socialdemócratas o marxistas del portavoz extraoficial de Pedro Sánchez. Las dos Españas enfrentadas por las uvas.
La pata coja, las bragas coloradas, las uvas, todas las supersticiones pasadas por el raciocinio ideológico. O viceversa. Un desafío parecido al que lleva a un camello a pasar por el ojo de una aguja. Pero en eso estamos. 2.024 tuvo uno de sus puntos más altos en cuanto a confrontación de ideas sociales y políticas en el duelo entre 'El hormiguero' y 'La revuelta'. La visión del mundo dependía de las entrevistas o los chistes de unas hormiguillas traviesas o el bombo y el gamberrismo falso, asimilado, de Broncano y sus amiguetes.
Y así se llegó a los doce últimos segundos del año viejo. O a los primeros del nuevo. Tanto da. Porque al margen de las ilusiones íntimas de cada cual, el aire político no tiene trazas de cambiar. Todo lo contrario. Nos espera una vuelta de tuerca más. Enero ya tiene marcadas sus correspondientes citas judiciales con tufo político. El hermano de Sánchez, Errejón y el personal correspondiente de la Complutense en el 'caso Begoña'. Eso al margen de que el cantor Aldama siga con sus górgoros con mucha música y poca letra. De modo que Broncano y Pedroche cumplieron con sus respectivos papeles de pregoneros del nuevo año. Uno con sus travesuras trasnochadas -el megáfono y el Sagrado Corazón con cabeza de vaca, uy qué subversión, qué asunto tan revolucionario- y la otra con su vestido, su ombligo y sus leches.
Si el día uno se despertó con un nuevo colapso ferroviario, si la política sobre inmigración continúa en suspenso, si la creación de vivienda social sigue siendo una promesa indefinidamente atrasada o si los pagos de las ayudas a los valencianos tienen el rigor de una carta escrita a los Reyes Magos, son cuestiones que deberán ser afrontadas entre chirigotas y frivolidades a discreción. Dicen que allá por primavera comenzará la resurrección de Franco y la momia del dictador se sumará a la fiesta nacional para convertir el año no ya en algo con pocos aires de novedad sino en una rémora del pasado. Solo nos queda que emitan los hormigueros y las revueltas en blanco y negro.
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