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La salida de los presos del 'procés' transmitió ayer los mensajes que cabía esperar de quienes se negaron a solicitar personalmente los indultos por considerar que sus actos no fueron constitutivos de delito. En consecuencia, tampoco ven motivos para agradecer su concesión al Gobierno, sino a la «Justicia europea», que no se ha pronunciado sobre sus casos, a los ciudadanos que se han movilizado por su libertad y a los votantes de los partidos secesionistas. La reclamación de una amnistía que acabe con la supuesta «represión» que estarían sufriendo 3.000 catalanes, entre ellos los «exiliados políticos» –en realidad, prófugos de la Justicia–, y la defensa de la independencia «no como una opción, sino como una necesidad» resonaron a una sola voz. Los condenados por el Tribunal Supremo de una democracia como la española y beneficiados por las medidas de gracia jugaron así al victimismo y proyectaron una imagen de unidad que se pondrá a prueba cuando, en palabras de Oriol Junqueras, vuelvan a la política. Lo que dependerá también del papel que ellos jueguen en la orientación de sus respectivas organizaciones.
Es posible que el Gobierno acaricie la idea de poder agotar los dos años que restan de legislatura eternizándose en el diálogo y negociación con el independentismo y con la anunciada reforma de la pena por sedición. No en vano, distintas voces del Ejecutivo coinciden en advertir de que se requerirá tiempo para obtener resultados de su estrategia de desinflamación de la crisis catalana, vista la insistencia secesionista en aferrarse a sus objetivos máximos. Aflora así un cierto adanismo ante la convicción del Consejo de Ministros de que, según pasen los meses, sus interlocutores se volverán más pragmáticos y al dar por supuesto que las apelaciones a un referéndum de autodeterminación no son más que señales de exigencia al inicio de cualquier negociación.
Pero mientras Pedro Sánchez trate de enfriar el «reencuentro» con el independentismo para culminar su mandato, el calendario electoral tensará las relaciones entre ERC, Junts y la CUP. La pugna localidad por localidad ante las municipales de mayo de 2023, la perspectiva de las generales y la sombra de otro ajuste de cuentas autonómico inducirán que el secesionismo en su conjunto continúe aferrándose al 1-O. Con el pernicioso efecto de que la actualización del sistema autonómico siga congelado en un país polarizado al extremo.
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