89 años muy bien disfrutados
FELIPE ROYO AMIGO
Jueves, 18 de noviembre 2021, 01:00
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FELIPE ROYO AMIGO
Jueves, 18 de noviembre 2021, 01:00
Resulta difícil resumir en unas líneas mi relación con Eduardo. Más de 50 años de amistad, interrumpida solamente por la enfermedad que, desde hace unos meses, le impedía acudir a nuestra reunión semanal en La Becada. Conocí a Eduardo por su amistad con mi padre, ... siendo yo muy niño. Pero el primer contacto personal con él que me viene a la cabeza, se traslada a 1965, cuando firmé mi primera ficha de jugador de fútbol federado, en su condición de secretario del C.D. Berceo.
Desde ese momento, nuestra relación de amistad, pese a nuestra diferencia de edad, ya sería para siempre. Fue quien me animó, dos o tres años más tarde, a colaborar con Nueva Rioja, dada mi afición al periodismo deportivo. Empecé, con su asesoramiento, a hacer crónicas de fútbol regional y luego a formar parte de la redacción de deportes con Jorge Sauleda, Esperanza Martínez Zaporta, Jesús Manuel Fernández, Tomás Santos y muchos más que se sumarían después al periódico. Luego me puso en contacto con el inolvidable Cholo Eizaga para que retransmitiera los partidos del Logroñés en Radio Rioja. Y más tarde las cenas de los miércoles en La Becada, que luego pasarían a los jueves, tras la negativa del Real Madrid a cambiar sus partidos de la Copa de Europa. Eduardo lo intentó con una carta a don Santiago Bernabéu, que contestó amablemente, diciéndole que la UEFA no lo permitía.
Cuando comencé con mi primer trabajo en entidades financieras, en el año 1973, fue el primero de los amigos que me ayudó como cliente, tanto a nivel particular como en su condición de empresario de Fundiciones Gómez, donde conocí a su padre y hermanos, que regentaban juntos el negocio en la calle Santos Ascarza (hoy Alcalde Emilio Francés). No importaba que yo cambiara de banco. Siempre estaba ahí para ayudarme.
Inolvidable su colaboración y consejos en mi etapa de presidente del Berceo, durante más de nueve temporadas, dadas sus excelentes relaciones a nivel federativo, cuando el fútbol riojano pertenecía a la Federación Navarra.
Fue quien, como regalo de boda, me proporcionó la entrada como socio a La Becada. Lo mismo en la Cofradía del Pez, años más tarde. Con él conocí a personas de todo tipo y condición. Viajes a Cádiz para ver el Carranza; a Madrid, con cualquier disculpa gastronómica o deportiva; al País Vasco, por el que sentía devoción, para ver pelota. Cualquier excusa era buena para pasar momentos inolvidables.
La calle Laurel, su afición a cocinar, sobre todo el cordero con alcachofas que nos hizo degustar a los amigos un día sí y otro también, hasta que renovó su recetario culinario. Libros de recetas, su gran amistad con Lorenzo Cañas, con el Mere, anteriormente con Cesáreo Remón... Su habilidad para hacer sencilla cualquier dificultad y su inigualable sentido del humor, que lo hacía compatible con el mejor de los consejos y seriedad cuando la ocasión lo requería.
Ese era Eduardo Gómez. El de las mil anécdotas. El de la facilidad para sentarse a la máquina de escribir y ponerse en contacto con personas de distinta condición. El de su gran amor por Logroño y todo lo que sonara a riojano. El de la infinidad de maneras de relatarnos cómo perdió su brazo. El que recibió la más que merecida Insignia de San Bernabé, otorgada por nuestro común amigo Tomas Santos. Cronista de Logroño sin tener el título como tal, conocedor de sus gentes, de su cultura.
Ahora ya no está con nosotros. Pero su recuerdo ya es imborrable. Ya te estamos echando de menos. Nos queda la certeza de que Eduardo ha sabido aprovechar sus 89 años disfrutando. Descansa en paz amigo y hasta siempre.
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