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El gallinero político nacional se ha alborotado por el canto desafinado y desatinado de uno de los gallos que por él se pavonean: un vicepresidente del Gobierno con el que, por una vez, estoy de acuerdo cuando afirma que «en España no hay una situación ... de plena normalidad democrática». Por mucho que esto haya soliviantado a otros pollos y pollas, pavos y pavas, gansos y gansas, faisanes, urogallos y demás galliformes con las que Iglesias comparte pienso, comedero y gobierno del corral, este gallito de pelea de cresta moñiforme tiene toda la razón.

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