Los animales como excusa
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Lo peor no es que la gobernación esté sujeta al permanente disenso entre los gobernantes, sino legislar por empecinamiento ideológicoSecciones
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Lo peor no es que la gobernación esté sujeta al permanente disenso entre los gobernantes, sino legislar por empecinamiento ideológicoLa Ley de Bienestar Animal y la reforma del Código Penal en la materia fueron aprobadas el jueves por el Congreso sin que hasta el recuento de los votos se supiera cuál iba a ser su suerte. Las discrepancias sobre la extensión o no de ... las condiciones establecidas para la protección de las mascotas a los animales que prestan diversos servicios a los humanos, junto a la discusión sobre si cabía o no conmutar penas de cárcel por multas a los condenados por maltrato, permitieron suponer que la norma desataría una crisis pareja a la generada por la ley del 'solo sí es sí' en el Gobierno de coalición. El escrutinio final fue puro reflejo de condicionamientos políticos y partidarios que poco tenían que ver con la cuestión de fondo del debate. El PSOE se negó a secundar el planteamiento de la ministra Ione Belarra de incluir a los perros de caza en la regulación, Unidas Podemos acabó apoyando el proyecto con la enmienda socialista «de la vergüenza» en ese sentido, los grupos de la investidura orbitaron alrededor de los dos hasta dividirse en la validación del nuevo texto y la oposición votó en contra. Tan apurada tramitación revela la falta de cohesión en la mayoría que sacó adelante ambas iniciativas. Pero aun siendo preocupante y censurable que la gobernación de un país esté sujeta permanentemente al disenso entre los propios gobernantes, hay algo que deja todavía más poso: legislar por empecinamiento ideológico y negociar las normas atendiendo a razones solo aledañas al contenido de su articulado. Lo que cabe aplicar también al no sistemático de la oposición y su rechazo al diálogo. El resultado es que las leyes se elaboran en demasiados casos a base de apriorismos, o se rebaten con prejuicios, restando solvencia a la producción legislativa en tanto que, además, la ceguera partidista elude de forma natural prever efectos no deseados. La norma representa un indudable avance en la protección de los animales, aun con medidas que susciten controversia o sean de difícil aplicación. Pero su tramitación en las Cortes no puede acabar siendo una oportunidad perdida para pulirla y mejorarla atendiendo, por ejemplo, al Consejo General de Colegios Veterinarios a la hora de regular la muerte digna de las mascotas, a la conveniencia de que sea el legislador quien precise en lo posible el «listado positivo» de las especies permitidas o a la diferenciación de las funciones de servicio u otras encomendables a animales empezando por su carácter 'de compañía'.
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