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A mediados del mes de julio pasado quedé con unos amigos en hacer un viaje a Londres, una de esas incursiones de bajo coste tan de moda. Sin embargo, mis abundantes e interesados quehaceres actuales me aconsejaron embarcarme en otra ruta bastante más tranquila y - ... para mí- más interesante: acercarme a Lerma, una de las localidades barrocas más hermosas y significativas de Castilla y León. Así que llegué a Burgos, me asomé a la plaza del rey San Fernando, que en el siglo XIX estuvo dedicada al Duque de la Victoria (Espartero), y pude ver en uno de sus flancos una enorme composición fotográfica que une una de las torres de Notre-Dame con otra de las de la catedral burgalesa con el lema Burgos con París.
Durante el pretérito fin de semana había celebrado Lerma su Fiesta barroca, y el lunes pude pasear morosamente a mis anchas sus cuidadas y empedradas calles y admirar su enorme Plaza Mayor, distintas iglesias, el parador nacional de ecos herrerianos, variados monasterios, moradas blasonadas, el maravilloso mirador sobre el Arlanza, conventos femeninos campanilleros, celebrados asadores, una muy bella antigua escuela de niñas nada más atravesar el monumental Arco de la Cárcel, bellos hostales y hoteles, el Círculo Católico de Obreros 'San José' en el que parlotean docenas de hombres entre múltiples carteles taurinos, y unas gentes encantadoras, entre las que recuerdo especialmente a mi amiga Helena, la muy amable clarinetista castellana de la banda local, y a su hermana Milagros, la de la linda mirada, que afirma que no le gusta su nombre, con lo bonito que es, Mila. A propósito, Diario LA RIOJA del miércoles publicaba que en esta comunidad autónoma quinientas cincuenta y una mujeres se llaman como tú. Es un nombre muy positivo.
Lerma es, además, a lo largo de estos meses sede de la magnífica exposición . No se la pierdan. En esta ocasión su tema central son los ángeles; docenas de obras emocionantes acerca de estos seres tan clásicos en nuestra cultura religiosa occidental. Distribuidas en tres edificios diferentes, acaso el conjunto que más llama la atención del público es el conformado por los monumentales San Miguel arcángel y Luzbel cedido por la parroquia de Santa Marina de Vergara (Guipúzcoa), realzado por el privilegiado montaje ante el retablo mayor del templo de San Pedro. Cerquita se alza la bellísima escultura rococó de San Rafael arcángel, procedente de la parroquia Santa María de Sesma (Navarra). También es obra del artista anterior Luis Salvador Carmona y, porque acompañó en su viaje al joven Tobías, porta bordón de peregrino y conchas jacobeas; todavía más, con su mano izquierda sostiene un gran pez, frecuente en la iconografía de este personaje, cuya visión haría seguramente las delicias de mi amigo Eduardo Gómez, miembro de la cofradía bernabea del mismo nombre.
Mención especial merecen el Ayuntamiento de Lerma y su oficina de turismo por las visitas guiadas de la localidad, los callejeros variados que facilitan y el meticuloso folleto sobre los años de juventud del escritor José Zorrilla en tan atractiva población. A la vuelta, el autobús que ha de salir desde la estación hacia mi pueblo experimenta un pequeño retraso. Pregunto a uno de los viajeros que llega qué ha ocurrido: a la salida de Bargota ha reventado una rueda; «Menos mal que no nos ha pasado un poco más adelante en la cuesta Mataburros», añade. Yo creo que ha sido cosa de los ángeles de la guarda de Lerma; por eso escribo en mi libreta: «El bus revienta una rueda/ en saliendo de Bargota;/ como no ha pasado nada,/ a usted se lo escribo en jota». Vamos a ver si los ángeles de las investiduras echan una mano parecida en Madrid y La Rioja, que buena falta va a hacer.
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