Amores de instituto

Historia sobre los primeros amores y sus consecuencias. Ansiedades adolescentes y la búsqueda de la identidad sexual centran esta animosa y atemperada propuesta matizada también por la discapacidad de uno de los personajes centrales. Leo (Ghilherme Lobo) y Giovanna (Tess Amorin) son amigos y compañeros desde hace tiempo. Leo es ciego y Gio le ayuda en todo lo que puede, además de servirle de guía. Su relación es de pura amistad y las conversaciones que mantienen, inocentes. La llegada al colegio de Gabriel (Fabio Audi) generará un conflicto entre Leo y Gia porque ambos se enamoran del recién llegado.

Película bienintencionada y aterciopelada. Cariñosa y amable. Su desarrollo es tranquilo y apacible. Apenas tiene momentos de crispación para tensionar la narración. Todo se desgrana con bastante pudor. Incluso prejuicios y burlas parecen impostadas, como de manual, careciendo de la fuerza y valentía necesarias para cuajar una postura más cínica y cuarteada.

Otra cosa bien distinta es la sensibilidad con la que Daniel Ribeiro trata el descubrimiento de la homosexualidad de Leo teniendo en cuenta que su ceguera le impide conocer el rostro de su amigo, pero su capacidad sensitiva y el tono con el que es interpelado por Gabriel logran visualizar un par de escenas románticas hermosas, pero siempre con la prudencia como regla número uno.