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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante los medios. Efe
Ambigüedad sin cálculo

Ambigüedad sin cálculo

Editorial ·

El plan presupuestario enviado por el Gobierno a Bruselas está repleto de inconcreciones que cuestionan su viabilidad

Sábado, 17 de octubre 2020, 10:36

El plan presupuestario que el Gobierno remitió en la noche del jueves a Bruselas contempla para el próximo año un incremento de ingresos de 33.447 millones de euros, provenientes en su mayoría de la reactivación económica que tiene prevista y en menor medida de subidas tributarias. Es de suponer que en el IRPF, el Impuesto de Sociedades y en los nuevos gravámanes anunciados a la actividad de las multinacionales tecnológicas, las transacciones financieras y los envases de plástico. Todo ello, junto al impulso –inconcreto– de la fiscalidad medioambiental, el alza del IVA en las bebidas azucaradas y la lucha contra el fraude fiscal. Un escenario cuya mejora dependerá sustancialmente de que la contribución europea al esfuerzo público comience a materializarse en la primera mitad del próximo ejercicio por un monto de 27.000 millones, según los cálculos del Ejecutivo. Pedro Sánchez cuenta con la suspensión de las reglas de estabilidad como margen para avanzar un cuadro poco detallado, sin que se haya sentido obligado a enviar a la Comisión Europea un anteproyecto presupuestario susceptible de verse enmendado en algunas de sus previsiones y partidas.

Pero el Gobierno no debería interiorizar el grado de indefinición que muestra ante Bruselas como si pudiese operar con la misma laxitud en la determinación de su política presupuestaria. Tanto respecto a los ejercicios de equilibrio en que se mueve la coalición PSOE-Unidas Podemos como, sobre todo, en relación a los acuerdos que el país requiere del foro parlamentario y del diálogo con los agentes económicos y sociales. Porque, a base de sortear las preguntas que se hacen las instancias europeas, los mercados, los demás grupos políticos y los interlocutores de la sociedad civil, el propio Ejecutivo puede acabar teniendo dificultades para responderse a sí mismo.

Los apuntes presupuestarios remitidos a la Comisión abonan la presunción de que ni el momento económico –en plena segunda ola de la pandemia– ni el panorama partidario permiten al Gobierno proceder a destacados virajes fiscales o a alentar compromisos de gasto desconocidos en la convicción de que nuestra pertenencia a Europa y la siguiente generación contribuirán a saldar la deuda. Pero nunca fue más cierto que el diablo está en los detalles. En esos detalles que el Ejecutivo se ha guardado en la exposición de su plan, de los que dependerá que las Cuentas de 2021 cuadren con la realidad.

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