¿Feliz Navidad?
Alonso Chávarri
Lunes, 30 de diciembre 2024, 21:58
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Alonso Chávarri
Lunes, 30 de diciembre 2024, 21:58
Yo soy de ese grupo de personas, no sé si mayoritario o no, al que sí le gusta la Navidad. Supongo que tienen mucho que ... ver mis años de estudiante de bachillerato en un internado –entre 10 y 16 años–, en los que la llegada de las vacaciones navideñas era una fiesta, pues cambiaba la rigidez escolástica de filas, silencios, estudios y castigos en el viejo caserón de galerías y pasillos interminables, por la libertad villana de correr por calles y plazuelas, por balagueras y andurriales, por el frontón y las orillas del río, alentando aventuras disparatadas y persiguiendo imposibles. Así que, desde entonces y ha llovido más de lo que quisiera, cuando veo montar un belén o escucho un villancico, siento una especial alegría, supongo que deudora de aquellas infancia y adolescencia en que, a pesar de miedos y silencios, todo era posible. Claro que no es fácil escuchar un villancico, a no ser que te lo pongas tú mismo. Hasta ahora, los primeros y únicos villancicos navideños que he escuchado en las cadenas de televisión han sido en el Concierto de Navidad de La 2, la mañana del 25 de diciembre. Es como si un pacto de silencio de música navideña se hubiese instalado en las muchas cadenas, lo cual contrasta enormemente con lo que ocurría hace unos años.
No sé cuál será la causa de estos olvidos, tal vez se resientan las audiencias si se hacen programas con reminiscencias religiosas, como pueden ser los villancicos –ya sabemos que las cuotas de audiencia son los dioses de la televisión–; o tal vez la sociedad española haya dado la espalda a sus tradiciones; no puedo ni quiero pensar en directrices ideológicas para laicizar la Navidad, aunque llueve sobre mojado, pues las antiguas luces decorativas de las calles, que aludían a angelitos, reyes magos, nacimientos, etc., han quedado reducidas a arbolitos, puntos de luz y, como mucho, estrellas. Cierto que nos quedan el belén monumental y el buen hacer de los belenistas, además de los habituales nacimientos de iglesias y catedrales, para recordarnos que, guste o no, las fiestas navideñas tienen un origen religioso.
Llama la atención la contradicción que supone, en muchos lugares, la proximidad del solsticio de invierno; apenas se inicia noviembre, comienza una carrera para crear ambiente navideño en hipermercados, grandes almacenes y zonas comerciales, con apropiación incluida de símbolos navideños foráneos: Papá Noel, elfos, renos, canciones navideñas extranjeras, pero, cuando se aproximan nuestras fechas tradicionales, sólo se habla en los medios visuales de comidas, viajes y similares. Una pena, pues es necesario saber de dónde venimos para conocer hacia dónde vamos. También desde el agnosticismo pueden amarse las tradiciones religiosas, plasmadas con tanta hermosura en nuestras bellas artes como en el poema de Lope: «Zagalejo de perlas/ hijo del Alba,/ ¿dónde vais que hace frío/tan de mañana?»
¡Feliz Navidad y próspero 2025 a todos!
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