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El comportamiento del empleo en octubre genera alivio general en España, que es algo menor en La Rioja, donde la estacionalidad, sobre todo la que propicia la vendimia, impulsó el crecimiento del paro en 345 personas para llegar a 14.048 desempleados y, pese a ... ello, una tasa del 8,9%, que sigue siendo una de las mejores del país. Alivio, con todo, frente a los pronósticos de recesión para el último trimestre y el primero de 2023. Los 27.027 desempleados menos y 103.499 cotizantes más fueron el contrapunto más oportuno de la desaceleración económica. Y la demostración de que hay corrientes de actividad capaces de atenuar las malas noticias. Octubre ha roto positivamente con la inercia posterior al verano desde 2008, un dato especialmente significativo después de que julio, agosto y septiembre parecieran preludiar el retraimiento de la economía también en nuestro país. Constatándose que España está en condiciones de mantener la afiliación a la Seguridad Social por encima de los 20 millones de trabajadores. Junto a ello, la temporalidad sigue cediendo a favor de la contratación indefinida.
Pero a partir de ahí, los datos del empleo siguen siendo preocupantes. Eurostat situaba el paro de septiembre en el 12,7%, el doble de la media de la zona euro (6,6%). Es imposible recortar tal diferencia, evitando que se perpetúe, mientras el modelo productivo español no experimente una verdadera transformación. El empleo de octubre sugiere que la economía de nuestro país sigue anclada en el anterior patrón de crecimiento. Mediante la prolongación del período estival en el turismo y la agricultura y, sobre todo, la incidencia de las contrataciones públicas que acompañan al inicio de curso. Tres crisis consecutivas –la financiera de 2008, la de la covid-19 y la generada por la guerra de Putin– han exigido y, al mismo tiempo, dificultado que el conjunto del tejido productivo español creciera en competitividad.
Durante casi 15 años en los que todas las administraciones se han jactado, ejercicio tras ejercicio, de tramitar los Presupuestos más sociales respecto a los precedentes, se ha desestimado la naturaleza social de las inversiones públicas. Octubre fue un alivio frente a las perspectivas de un declive económico ineludible. Pero podría convertirse en un mero espejismo si las administraciones españolas no se muestran eficientes en la gestión de los fondos europeos y no apuran las posibilidades de novación productiva que ofrecen los Presupuestos para 2023 todavía en trámite.
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