El alcalde sin miedo

Y es que Hermoso es, convengamos, un alcalde extraño. Llegado de fuera, sin ninguna raigambre en el partido que lo hizo primer edil en 2019, ha hecho desde el primer momento lo que dijo que iba a hacer. Básicamente, lo que le daba la gana.

Es el alcalde un político extraño. Coherente, sin duda: en sus primeras declaraciones como primer edil advirtió de que lo suyo iba a ser hacer «lo que creía que tenía que hacer», sin miedo y sin demasiadas cortapisas. «Y luego los ciudadanos decidirán si les gusta o si no». Es una manera de actuar que viene en el manual del político, sí, pero tan desacostumbrada en estos tiempos de política demoscópica que casi parece marciana. Y así, Hermoso de Mendoza se planta tras estos tres años con un buen puñado de cambios muy visibles en la ciudad.

La cosa es saber si esos cambios son lo que los vecinos quieren. Tener una idea muy definida de cómo debe ser la ciudad y ponerla en práctica sin temblar denota valor, pero no garantiza acertar, ni que los ciudadanos vean lo que uno quiere que vean. Hermoso parece creer que hay una mayoría silenciosa que le apoya, y puede que tenga razón. Pero nadie lo sabrá hasta el 28 de mayo.