Zafarrancho de combate
Feijóo parte con ventaja, pero Sánchez intenta convertir su resistencia en una épica remontada
Alberto Surio
Domingo, 4 de junio 2023, 01:23
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Alberto Surio
Domingo, 4 de junio 2023, 01:23
El 23-J ha reventado los pronósticos. Ahora todo el mundo coincide en culpar al presidente del Gobierno de haberse equivocado al aceptar convertir las elecciones municipales y autonómicas en un plebiscito sobre su figura y su gestión en los últimos años. Pues, ciertamente, Pedro ... Sánchez ha errado en el cálculo al asumir esa lógica, que ha ganado Alberto Núñez Feijóo de forma evidente al obtener 800.000 votos más y 1,8 puntos en el conjunto de España. En términos de poder, la derrota es mucho más abultada porque otorga al PP importantes cuotas de poder en ciudades y comunidades autónomas y ofrece señales de agotamiento de ciclo.
Sin embargo, el futuro no está escrito ni es un dogma de fe. A pesar de que dar la vuelta al escenario es bastante difícil, y de que la percepción de cambio de etapa está instalada, la política no siempre es una ciencia exacta. Sánchez tiene aún margen de maniobra para movilizar todo el voto útil crítico con la posibilidad de que la derecha, o las derechas, se hagan con el poder en España. No se trata sólo de reactivar el voto de centroizquierda, en parte dormido en la abstención o desafecto hacia la política o crítico con las discrepancias en las izquierdas. El llamamiento de Sánchez a la movilización general en plenas vacaciones de verano para impedir el retroceso histórico que supondría la dependencia estratégica del PP respecto a Vox busca una segunda vuelta en la que el recurso emocional despierte a la sociología progresista. ¿Es factible? Sí, aunque sea francamente difícil.
¿Funcionará el discurso de la amenaza de la extrema derecha y su llegada al poder? Los analistas discrepan. Para muchos, el 'doberman' ha dejado de dar miedo porque se ha producido un cambio sociológico en España en el que los ultras se han blanqueado y han trivializado su discurso reaccionario. Pero la amenaza sobre los valores de la igualdad –pura 'guerra cultural'– es percibido por mucha gente como un peligro real. Por no hablar del desprecio a la España de las autonomías. El problema del PSOE es que la demonización política de Sánchez ha sido una narrativa eficaz frente a esa percepción.
En un último análisis sobre la situación española, 'The Guardian' valoraba la «arriesgada y valiente» decisión de Sánchez de adelantar las elecciones en un contexto europeo en el que las derechas populistas de Italia, Polonia y Hungría necesitan ahora ganar en España para reorientar el rumbo de la Unión Europea. Y a la vez ponía como contrapunto la «buena» gestión económica de Sánchez, corroborada en aspectos tan sensibles como en la creación de empleo y la reconducción de la crisis energética, pero que aún tiene que hacer frente al encarecimiento de la vida (cesta de la compra, hipotecas, alquileres...).
Sánchez, eso sí, necesita hilvanar un relato que vaya más allá del miedo al pasado para ofrecer un mensaje más atractivo y más solvente. Y, previsiblemente, tendrá que subrayar mejor la autonomía de su proyecto respecto al eje Sumar-Podemos, y los partidos nacionalistas. La inquietud al pacto PP con Vox no existe en la derecha sociológica pero sí está muy presente, por ejemplo, en la España de la periferia, además de comprometer a Feijóo en la apuesta por anclar a su partido en una derecha liberal, europeísta y reformista. La España real de la diversidad no puede limitarse a la M-30.
El pulso que se avecina va a ser eminentemente ideológico y político. Quién iba a pronosticar hace un año, cuando el país salía progresivamentete de la pandemia y comenzaban a llegar los efectos económicos de la guerra de Ucrania, que la dinámica de bloques, de coaliciones, que se vislumbva en el horizonte sería tan drástica. A cara de perro.
Unos y otros se van a reprochar precisamente las alianzas, y en qué medida la victoria de un bloque sobre el otro puede orientar decisivamente el rumbo. El centroizquierda y el centroderecha librarán respectivamente una feroz batalla de poder en la que se puede dar la circunstancia inédita de que quien venza en las elecciones quizá no tenga capacidad para trenzar una mayoría suficiente y estable de gobierno. Algunos han enterrado políticamente demasiado pronto a Frankenstein.
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