El cielo protector

El pacto no va a servir para enderezar la legislatura aunque haya abierto un pequeño resquicio de esperanza. Responde a una situación táctica en la que a Feijóo y a Sánchez les interesa un breve respiro antes de lanzarse al combate en un asunto tan complejo como el sudoku de la negociación de la financiación autonómica y la aplicación tormentosa de la ley de amnistía. Por otro lado, la incertidumbre en Cataluña es absoluta. Todo el mundo sabe que Esquerra es el factor más imprevisible en la política española, y que a día de hoy la opción de una repetición electoral es la que tiene mayor peso.

Si al final Cataluña va a una repetición electoral, Carles Puigdemont se lanzará a degüello contra el socialista Salvador Illa, que a su vez querrá ampliar su victoria electoral de mayo y disponer de un mayor respaldo que los 42 escaños de los que ahora dispone. El candidato del PSC es víctima de la política frontal del sistema de bloqueos y vetos que es una herencia perversa del 'procés' y del que los republicanos se sienten atrapados.

Si el tren catalán descarrila este verano, la apuesta más sencilla pasaría por la retirada del apoyo de Junts al Gobierno de Sánchez, pero quizá tampoco sería la primera consecuencia de este divorcio. Porque puede que a los herederos de Convergència tampoco les haga demasiada gracia una disolución anticipada de la legislatura española, con efectos perniciosos sobre la aplicación de la ley de amnistía, que para muchos sería una espada de Damocles, y un ambiente de exigencia social de responsabilidad a Junts por su contribución a 'desestabilizar' la legislatura en Madrid. Sánchez intentaría a toda costa sacar adelante los Presupuestos para 2025 pero, en caso de no poder lograr este objetivo, podría verse tentado a una nueva prórroga presupuestaria. Un escenario de una enorme fragilidad, que le sometería un día sí y otro también a un acelerado proceso de desgaste político, con los aliados cada uno por su lado y cada vez más quejosos. Pero un contexto en el que, pese a la precariedad, mantendría el poder y no iría a unas elecciones en las que existen serias posibilidades de que PP y Vox alcanzaran la mayoría absoluta.

Que la derecha y los ultranacionalistas de Vox pudieran fraguar una nueva mayoría no sería más que otra pieza estratégica en la nueva relación de fuerzas que se va a dibujando en Europa y que las elecciones legislativas francesas de hoy ponen de relieve de forma casi dramática. En la Unión Europea se mantiene el histórico pacto entre populares, socialdemócratas y liberales en los que se cimentó el proyecto de unificación después de la Segunda Guerra Mundial. Europa, que ha incorporado a la cultura política la defensa del modelo social avanzado y de las libertades democráticas como dos caras de la misma moneda, se siente zarandeada por una derecha dura y radical que quiere condicionar su futuro y vaciarla de contenidos.

Con todas sus lagunas, sigue siendo un factor de estabilidad, un cielo protector para España. Su contribución con los fondos europeos, en su día con los fondos de cohesión, y quien sabe en el futuro con el modelo territorial, han sido determinantes. Son una de las escasas certezas políticas que aún permanecen en pie.