La violación múltiple de La Manada en los sanfermines de hace seis años desembocó en un inédito repudio social que no solo aceleró un cambio en la legislación, plasmado hoy en la nueva ley del 'solo sí es sí'. Provocó una transformación previa, al situar ... por primera vez la violencia sexual, con esa contundencia, en el foco de la concienciación ciudadana y la atención institucional. Es difícil discernir hasta qué punto se están registrando más agresiones a mujeres 'en manada' o el incremento es fruto de que se va levantando el tabú de la denuncia. Pero, sea como fuere, la reiteración de violaciones grupales constituye un desafío ineludible; y la creciente implicación de menores detectada interpela de la familia a la escuela, pasando por los poderes públicos. Algo no está terminando de funcionar en nuestra educación en valores y en el descubrimiento del sexo en la pubertad para que jóvenes pretendidamente cultivados en la defensa de la igualdad protagonicen violaciones gregarias y asesinatos machistas. El afloramiento paulatino de una violencia soterrada hasta no hace tanto enseña que no basta con manuales y leyes para desactivar las pulsiones sexistas. Que es preciso afinar el radar de la alerta y el compromiso colectivo.
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