Tras la comprensible euforia desatada en el Gobierno por el espaldarazo electoral en Cataluña y el descalabro del PP y de Ciudadanos, ayer recibió un baño de realismo. El abandono de sus principales socios parlamentarios, visiblemente molestos, estuvo a punto de provocar que el Congreso ... tumbara el decreto-ley que regula el complemento de maternidad en las pensiones y algunos cambios en el ingreso mínimo vital. No lo hizo por el apoyo final de Junts y la decisiva abstención de ERC y EH Bildu, unos aliados ocasionales en cuyas manos no puede estar el futuro de la legislatura si se aspira a un horizonte mínimamente estable y que recuerdan al Ejecutivo su angustiosa precariedad. Moverse en el alambre a través de un abuso de decretos sin negociar siquiera su contenido con los partidos en los que basa la mayoría con la que aspira a convalidarlos, como es el caso, constituye una práctica de alto riesgo que solo alimenta la incertidumbre. La tramitación del texto como proyecto de ley permitirá introducir enmiendas y debatir cuestiones tan polémicas como la penalización a las madres con más de dos hijos a partir de 1.100 euros de pensión, impropia de un Gobierno que se etiqueta como «de progreso».

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