Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando se han desempeñado puestos de gestión, en el ámbito que sea, se adquiere una visión más amplia, objetiva y empática de los problemas que inevitablemente surgen en cuanto se juntan dos seres humanos, no digamos si son doscientos o dos mil. Que criticar las ... decisiones de otros es mucho más fácil que tomarlas lo sabemos bien quienes hemos ejercido ambas actividades desde las respectivas trincheras.
Con respecto a la política municipal, tan cercana al ciudadano y alejada del politiqueo nacional, seguro que ningún alcalde, edil o equipo de gobierno toman decisiones para fastidiar a nadie, sino con la intención de mejorar la ciudad en beneficio de la mayoría. Acertadas unas veces, equivocadas otras, pero siempre sometidas a legítima crítica, más o menos informada, razonable o interesada. En una ciudad como Logroño, por ejemplo, conceder más espacio al viandante o al ciclista en detrimento del automóvil es una mejora indiscutible para la mayoría de los ciudadanos. Solo por acabar con aquella lacra de la doble fila en Vara de Rey, esta Corporación se merece una plaquita conmemorativa en alguna esquina de la calle.
Pero otras cosas es que no hay por donde cogerlas. Habrán leído que la muchachada riojana lidera el ranking nacional de botellones y borracheras, con preocupante ventaja sobre las demás comunidades autónomas. Los integrantes de estas manadas urbanas de menores dipsómanos no solo adquieren un hábito insalubre; además, perturban la paz y el descanso de muchos vecinos y dejan el espacio público donde abrevan como una pocilga cuya limpieza consume recursos municipales pagados por todos.
Pues bien, ante las justificadas críticas de ciudadanos hartos de este fenómeno, vergonzoso para una ciudad con vocación de inteligente, verde, sostenible y demás pamplinas, el alcalde de Logroño ha insistido en que está «al 100% con los jóvenes», tratando de justificar lo injustificable por lo mal que los pobrecitos chicos y chicas han vivido estos meses de pandemia, ya que merecen «disfrutar de la vida y divertirse», como si sus mayores, que son quienes curran para financiarles las litronas, los calimochos y los móviles con los que quedan para trasegar y convertir lo mejor de la ciudad en un vertedero, lo hubieran pasado dabuten durante ese tiempo.
Podía haber afirmado que está con la juventud al 70, 80 e incluso al 90%, excluyendo de su augusta condescendencia a esa minoría cuya mayor aspiración de futuro inmediato consiste en mamarse a la intemperie los fines de semana. Pero estar «al 100%» significa que el alcalde comprende, apoya y defiende a los jóvenes que se alcoholizan, alborotan y enguarran la ciudad que gobierna. Y eso, mírese como se quiera, es inaceptable. Al 100%.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.