
Aguas revueltas
Tenemos que ser conscientes de que el río Najerilla es el más caudaloso de los afluentes del Ebro en la región y, antes o después, las avenidas llegan
JONÁS OLARTE | ALCALDE DE NÁJERA
Jueves, 29 de julio 2021, 02:00
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JONÁS OLARTE | ALCALDE DE NÁJERA
Jueves, 29 de julio 2021, 02:00
Resulta curiosa la tendencia que existe en nuestro país para opinar con alegría por parte de ciertas personas, que proponen actuaciones, o mejor dicho no actuaciones, sobre tramos urbanos de ríos con notable caudal como sucede en este caso con el río Najerilla, alrededor del cual se articula y ha crecido nuestra ciudad milenaria desde el siglo X.
A la mayoría de los conciudadanos que pasean por el entorno urbano del río Najerilla entre el Puente de los Soldados, la Pasarela antigua, el Puente de San Juan de Ortega y la Pasarela de los Pescadores, en un tramo de 760 metros (que supone únicamente un 1 % de la longitud total del río Najerilla), les resulta difícil entender cómo es posible que se haya generado una isla completa del tamaño actual en este tramo urbano, con abundante vegetación arbórea y arbustiva, que está comprometiendo seriamente el paso del agua del río y las infraestructuras, pero aún así haya voces que solicitan no actuar en este sentido.
Paulatinamente, a la llegada de las avenidas del otoño e invierno, el crecimiento de la isla arrincona la zona de paso del río contra la margen derecha provocando unos daños cada vez mayores tanto en la cimentación de la pasarela, como en la mejor zona de esparcimiento de la ciudad, que además es compartida por otras aficiones como la pesca, lectores, parejas o simplemente amantes del río que se sentaban en los taludes de la ribera para ver a las cigüeñas acudir al lecho o comentar el tamaño de las truchas entre amigos, desde lo alto de los balcones del puente.
El equipo de Gobierno ha solicitado actuar con urgencia sobre los arrastres de sedimentos que conforman la isla central situada entre el puente y la pasarela. Lamentablemente, parece que el sentido común está desapareciendo en determinados ámbitos, y lo que es más peligroso, ante la percepción de los riesgos reales de inundación o de fallo de estructuras, porque llegados a la situación actual, no cabe más que decir las cosas por su nombre. Asusta ver cómo en pleno 2021 ciertas administraciones públicas escuchan y hacen más caso a la hora de tomar decisiones a ciertas asociaciones ecologistas, fundaciones o movimientos minoritarios que al propio Ayuntamiento y a los ciudadanos de Nájera.
No estamos hablando de los canales del río Sena en París; hablamos de permitir el paso del agua durante episodios intensos de avenida con la máxima seguridad para los ciudadanos. Nunca en mitad del cauce del tramo urbano del río Najerilla ha habido árboles de más de cuatro metros de altura como los que a día de hoy podemos ver. Además, el cauce del río ha pasado alarmantemente de tener 46 metros de anchura a los escasos 17 metros que tiene actualmente a la altura de la pasarela peatonal. Si alguien cree que esto, junto con las gravas acumuladas no va a originar un problema en la próxima avenida, es que es un negacionista de la realidad.
Tenemos que ser conscientes de que nuestro río es el más caudaloso de los afluentes del Ebro en la región y, antes o después, las avenidas llegan. No hay más que ver las recientes experiencias sufridas en países como China o Alemania, donde sus ciudadanos aún están frotándose los ojos incrédulos porque haber tenido más de 150 fallecidos en lo que se consideraba el primer mundo. Y nuestro amado río es poderoso. Su cuenca recoge más de 1.100 km² (una quinta parte de toda La Rioja), la mayoría montañosa, y con las mayores alturas de la región, por encima de los 2.000 m de altitud. Es decir, las zonas con mayor pluviometría.
Ojalá en España las voces extremistas que proscriben actuaciones de regulación en cauce (embalses), e incluso abogan por eliminar algunas de las existentes, no tengan que desdecirse en un futuro con episodios aciagos como el recientemente visto en el corazón de Europa.
Por eso, cuando vemos publicaciones como la registrada el pasado día 20 de julio en el periódico de mayor tirada regional, en la que sin ambages se proclama que no debe actuarse sobre los enormes depósitos de gravas acumulados ni sobre la vegetación de los mismos, para no incrementar el riesgo de inundación porque, según el firmante, la vegetación reduce la velocidad del agua, debemos hacer público tal dislate y hablar con la física en la mano que todos entendemos: si la sección de paso es la misma, y reducimos la velocidad del agua, es inevitable que el caudal provoque un aumento del nivel del agua y por tanto se asegure la inundación. No podemos permanecer en silencio ante tales afirmaciones, que pueden conllevar a la tranquilidad de la población y que el problema se siga incrementando. No fuimos elegidos para mantenernos pasivos y jugar a la ruleta rusa.
En definitiva, ¿de verdad queremos asumir riesgos gratuitos en relación a la seguridad hidrológica? ¿Debemos permitir que nos impongan estos riesgos a los ciudadanos de Nájera? ¿Asumirán los ecologistas la responsabilidad ante una posible tragedia? Reflexionemos.
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