Nos van a tener que ofrecer siempre gratis agua del grifo en los bares y restaurantes y eso ha desencadenado una polémica conmovedora porque ya se sabe que aquí toda noticia que imprima en su titular la palabra «gratis» forma ejércitos en contra y a ... favor de lo que sea. A mí me parece buena idea aunque pienso que la única forma digna de pedir agua del grifo en un bar es como hace Uma Thurman en 'Kill Bill 2' cuando entra a un tugurio dando tumbos y cubierta de polvo después de haber salido del ataúd en el que la habían enterrado viva. Uma, hecha un despojo de tierra sanguinolenta, se sienta muy despacio y pide educadamente un simple vaso de agua al camarero.

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Todas estas cortesías se están poniendo de moda y quizás llegue aquí también la costumbre americana de invitar al café. En Estados Unidos es común pagar sólo la primera taza de café y luego rellenarla tantas veces como uno quiera, aunque basta el primer sorbo para saber por qué lo andan regalando. Por el momento aquí sacan cuencos muy sabrosos con maíces y patatas fritas y en su día estuvieron muy de moda los platos con cacahuetes pero se han abandonado porque dejaban el suelo de los locales como si hubiera pasado por allí una horda de mandriles. Además de esos detalles de mesa de bar ahora también hay restaurantes que sacan raciones inesperadas justo antes del primer plato. «Gentileza de la casa», dice el camarero con una mano en la espalda mientras con la otra deja sobre la mesa un platito con cubos de mantequilla, tallos de pan de colores o alguna especie de fritura en forma de empanadilla.

Ya no nos extraña tanto, pero hace años esas tapas se quedaban sin tocar porque en nuestro país siempre se sospecha de esa clase de atenciones. Se podía reaccionar de dos maneras: uno sentía que alargar la mano y coger lo que te ofrecían gratis era casi como cometer un robo, o bien tenías la sensación de que el regalo era trampa y nos lo harían pagar de una u otra manera. Ahí están las obsesiones que han hecho su madriguera en el inconsciente colectivo de la sociedad española ante la posibilidad de un beneficio: la culpa o la sospecha de una estafa; cúantos siglos de picaresca y sometimiento.

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